Mi identidad en Jesucristo

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1 Pedro 2:9-10
Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia.

El apóstol Pedro nos da a conocer aqui nuestra nueva identidad y propósito que tenemos cundo estamos en Jesucristo.
Al estar en él somos un pueblo especial, apartadas para Dios, somos nueva creación, perdonadas de nuestros pecados, justificadas, hijas de Dios, llamadas a vivir una vida santa y a servir a través de buenas obras. Nuestra identidad ya no está definida por nuestras fallas o logros pasados, sino por nuestra relación con Jesucristo. 

Amadas ¿Cómo están? Dios quiera que se encuentren bien, que la gracia del Señor Jesucristo repose en sus vidas y su paz gobierne sus corazones. 

El tema que traigo hoy es fundamental saberlo como hijas de Dios para que nos ayude a ver con otra perspectiva nuestra vida como creyentes y es; sobre nuestra identidad. 

Nuestra identidad en Jesucristo se basa en nuestra relación con él. 
Nos convertimos en hijas de Dios no por nacimiento físico, sino por haber nacido de nuevo por medio de la fe en la obra de Jesucristo y lo vemos en:
Juan 1:12 
Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.

Acabamos de ver que al estar en Jesucristo somos un linaje que Dios ha elegido para ser parte de su familia, su descendencia espiritual, parte de la realeza y sacerdotes.
Anteriormente, solo los sacerdotes levíticos tenían acceso especial a Dios, pero ahora, a través de Jesucristo, tenemos acceso directo al Padre y podemos servirle como tales junto a nuestro Gran sacerdote Santo y perfecto: nuestro Señor Jesucristo y lo vemos en:
Hebreos 4:14 NTV
Por lo tanto, ya que tenemos un gran Sumo Sacerdote que entró en el cielo, Jesús el Hijo de Dios, aferrémonos a lo que creemos.

Hermanas en nuestra nueva vida como creyentes, además de un Padre, tenemos un sacerdote que intercede día y noche por nosotras, Incluso cuando le fallamos, podemos pedir perdón con confianza, porque gracias a su sacrificio nos presentamos a través de Jesucristo ante el Padre para buscar gracia y perdón.

No olvidemos lo que dicen las escrituras: que nosotras fuimos compradas con la sangre de su Hijo Jesucristo, y liberadas de la esclavitud del pecado para ser su posesión especial. Por ello es importante conocer bien nuestra identidad, que somos pueblo redimido por Dios, una nación santa, separadas para él, para ser santificadas y dedicarle nuestra vida muy diferentes del mundo que no conoce a Dios. 

Ahora al pasar de las tinieblas a la luz admirable, al reino de Dios, dejamos de ser lo que éramos antes(sin identidad) a tener una nueva identidad como pueblo de Dios y proclamar sus virtudes al mundo, viviendo de acuerdo con los principios de su reino, avanzando poco a poco a una transformación, para que otras puedan ver la obra de Dios en nuestra vida y que ellas quieran también ser parte de este maravilloso reino santo.

Ahora bien nuestro Padre Celestial por su inmenso amor nos aceptó en su reino y nos llama sus hijas, a pesar de que el mundo no nos reconoce como tales, y lo vemos en: 1 Juan 3:1-2 
Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él. Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es.

Ahora, ¿Cómo te ves a ti misma en relación con Dios el Padre? ¿Te identificas y crees realmente que eres una hija de Dios? ¿Vas por la vida confiando que Dios es tu Padre?
Bueno, amada déjame recordarte que si haz recibido a Jesucristo como tú Señor y suficiente Salvador, eres una hija de Dios, amada, aceptada y fortalecida por su amor incondicional. 
Saber quién eres tendrá un gran impacto en tu vida; debes creer que perteneces al reino celestial y que eres profundamente amada por Dios, esta tiene que ser la base de tu confianza, tu seguridad y tu esperanza.
Él quiere que disfrutes tu nueva identidad y la liberación de la culpabilidad y la condenación, Leamos:
Romanos 8:1
Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.
Está es una verdad liberadora, créelo porque tú pasado es liquidado en el momento en que recibes a Jesús y recibes el perdón completo.
Ya no hay barreras no hay condenación y estás unida a Dios por los méritos de Jesucristo que limpió todos tus pecados: pasados, presentes y futuros.
Por ello tu presente es disfrutar la vida en el Espíritu, él te lleva a dejar lo malo y fijar tu mente con los buenos deseos con vida y paz.
No serás perfecta pero vas camino allí, por lo pronto deberás experimentar tu nueva identidad, con nuevo estilo de vida como Dios quiere y es posible porque el Espíritu Santo mora en ti.
Ahora mira lo que te espera en el futuro, leamos:
Romanos 8:11 
Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.
Pablo nos dice aquí, que nos espera una futura resurrección de nuestro cuerpo por el maravilloso poder del Espíritu Santo que habita en nosotras y mientras eso sucede como hijas de Dios somos guiadas por el.
Romanos 8:14 
Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios.
Hermana no hay una posición más alta que ser una hija de Dios y él tiene solamente un Hijo engendrado "Jesucristo" pero tiene muchos hijos e hijas adoptadas en su familia.
No hay una posición en el mundo que se compare con el privilegio de ser hija del Creador del universo.
Romanos 8:15 
Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!

Está relación nos lleva a tener una mayor intimidad posible con nuestro Padre, tan cercana que la mejor relación de padre e hijo. 
Ahora, ¡Abba! ¡Padre! Es una palabra aramea.
Quizás nuestro Señor Jesucristo lo usaba  para hablarle a su Padre de una manera única. 
¡Abba Padre!, expresa tanto un profundo respeto como una profunda intimidad, y quizá el mejor significado es "papito," o "papá". En muchos lugares de Oriente Medio sigue siendo la primera palabra que se enseña a los niños.

Amadas como hijas de Dios, ya no somos  esclavas del miedo, sino hijas adoptivas para disfrutar de la más cercana de las intimidades posibles con nuestro Padre en el cielo.
Día día tenemos una experiencia profunda por medio del Espíritu Santo, leamos:
Romanos 8:16-17 
El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.

Amada quiero detenerme acá para analizar estos versículos que deben ser pilares en nuestra nueva identidad.
Aquí Pablo quiere que como sus hijas,  estemos seguras de su amor incondicional y así mismo nuestro espíritu sepa quienes somos en realidad.
Ser un hijo o hija de Dios es la mayor seguridad. Porque si lo somos, también seremos herederos de él con todo derecho.
La única diferencia es que heredamos, no a la muerte de nuestro Padre(que eso nunca sucederá) sino en el momento de nuestra propia muerte, si al pertenecer a Dios nuestra vida anterior queda sepultada, muerta sin aliento, para un día disfrutar de una eternidad de amor con Jesucristo pasando a ser co herederas con él .
Pero presta atención aquí:
En la vida cristiana, la gloria viene a través del sufrimiento: Pasamos exactamente por lo que Jesucristo pasó. Entonces si pasamos por tiempos difíciles en él, entonces ¡ciertamente vamos a pasar los buenos tiempos con él!.

Ahora bien, cómo cristianas nos identificamos con Jesucristo y su carácter, esto significa hoy en día que si deseamos hacer su voluntad pasaremos una dura persecución como dice en:
2 Timoteo 3:12
Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución.
No obstante Jesús en una ocasión advirtió a sus seguidores y a nosotras que: "en el mundo tendríamos aflicción pero que debemos confiar en él".
Afrontaremos algún tipo de oposición, pero nuestra herencia como hijas de Dios supera todos esas penalidades.

Nuestra nueva identidad requiere sacrificio, dedicación, compromiso y lealtad a nuestro Padre, él nos creo y no nosotras a nosotras mismas, nos eligió y adoptó, por tanto él es nuestro amo.
Hemos cambiado de posición: de mendigas a hijas, de estar en la oscuridad a la luz, de tener vestiduras viles a tener la vestimenta de la justicia de Jesucristo y nuestra vida cambia como dice en:
2 Corintios 5:17
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí, todas son hechas nuevas.
Esto significa que experimentamos una transformación radical, de 180 grados, dejando atrás nuestra antigua forma de vida y recibiendo una nueva identidad.

Cómo Mencioné anteriormente en nuestra nueva identidad o nueva naturaleza, el Padre nos ha otorgado vestiduras blancas que tenemos que cuidar, nuevas vestiduras que representa como el traje de boda para una novia, y lo aceptamos porque esto significa la justicia de Jesucristo, su carácter, cubriendo nuestro pasado con su justicia que seria la justificación.
Estás vestiduras ya se había mencionado antiguamente en los tiempos de Isaías y se cumplió a través de la persona de Jesucristo en nosotras, leamos 
Isaías 61:10
En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma se alegrará en mi Dios; porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia, como a novio me atavió, y como a novia adornada con sus joyas.
Isaías describe la alegría y la salvación que se recibiría a través de la justicia de Jesucristo, quien nos viste con ropas de salvación, justicia y protección, además nos cubre y nos adorna, como un novio y una novia que se visten para la celebración de su boda.

Entonces como vemos nuestra verdadera identidad está en Jesucristo y no en otra persona y en su aprobación, Dios nos ha dado un lugar especial y valorado no porque haya algo bueno en nosotras, sino por Jesucristo y él precio de su sangre.
Ahora tenemos que vivir de acuerdo a sus estándares y principios como dignas hijas de un Dios Santo, Justo y amoroso, dándole la gloria en todo, arraigadas, viviendo en fe y edificadas y viviendo para él como nos dice Pablo en: Gálatas 2:20
Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.

Amadas una de las mayores bendiciones de nuestra identidad en Cristo es la gracia que hemos recibido para crecer en la madurez espiritual que es la santificación que realmente refleja nuestra nueva identidad:
Filipenses 1:6
Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo.

Ahora bien, nuestra vida a la luz de nuestra identidad en Jesucristo esta llena de un Padre celestial, una familia grande y amorosa, y el entendimiento de que somos ciudadanas de otro reino y no de esta tierra.
Efesios 2:19 
Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios.

Por lo tanto sentirse amada, valorada, aceptada y con un sentido de pertenencia, expresamos una profunda conexión espiritual y un sentido de identidad basado en la fe. Este sentimiento viene de Dios mismo por su amor, su esencia, la biblia dice que el es amor y lo creemos y le adoramos reconociendo su señorío que nos hace completas en él, leamos:
Colosenses 2:10 
Y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad.

Ahora finalizo dejándote un versículo que nunca debemos olvidar, porque nos recuerda nuestra triste condición anterior y nuestra nueva identidad en Jesucristo, leamos:
Isaías 61:3
A ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya.

Isaías nos muestra aquí tres elementos importantes que marcaron un antes y después: ceniza, óleo y un manto.
La Ceniza: en la antigüedad se utilizaba como símbolo de luto, arrepentimiento y humillación. 
El óleo: se refiere al aceite de oliva, que se utilizaba para ungir a reyes y sacerdotes, así como para celebrar ocasiones especiales. También se asociaba con la alegría y la celebración. 
Y un manto que cubre nuestro pecado con la vestiduras de Jesucristo.
Este pasaje amadas, es un pasaje poderoso que representa la promesa de Dios de transformar la tristeza y el dolor en alegría y celebración para su pueblo. Es una promesa de esperanza, restauración, gozo y bendición y tener una nueva identidad en Jesucristo. 

Amadas hagamos una oración juntas:
Abba, Padre, te damos gracias por el increíble privilegio de ser tus hijas. Gracias porque tu Espíritu que vive dentro de nosotras, le testifica a nuestro espíritu que lo somos; gracias por nuestro futuro, porque somos tus herederas y coherederas con Cristo Jesús, gracias porque estamos completas en ti, y somos amadas. Ayúdanos a seguir siendo hijas sabias y fieles a ti, en el nombre de tu hijo Jesucristo, Amén.
Un abrazo para todas, hasta nuestro próximo encuentro Dios mediante.

MI IDENTIDAD ESTA EN JESUCRISTO, ES UNA IDENTIDAD DE AMOR, PROPÓSITO, LIBERTAD Y SERVICIO BIEN SIMENTADO EN LA VERDAD.   

¡Dios con nosotras !

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