La Gran Comisión (parte 2)

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LA GRAN COMISIÓN

Mateo 28:19-20 
Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.

Bendiciones hermanas nuevamente juntas, gracias por estar aquí hoy, antes de continuar hablando sobre los lugares donde se debe pregonar este maravilloso mensaje de salvación, quiero recordar lo que hemos hablado en el mensaje anterior, e invito a mi esposo a hacerlo.

Bendiciones hermanas:
En el mensaje anterior mencionamos que:
La Gran Comisión es el mandato que dejó Jesús a sus discípulos antes de ascender al cielo, y los envía a llevar el evangelio a todas las naciones. Este llamado sigue vigente para los creyentes hoy, invitándonos a ser agentes de transformación en nuestro entorno. 
Además mencionamos que el que lleva el mensaje de salvación tiene que ser conocedor de la biblia, para exponer y defender el mensaje con humildad y mansedumbre, el mensajero también debe ser de buen testimonio.

Quiero sugerirte que cuando lleves el mensaje de salvación lo hagas convencida de que la palabra de Dios va a cumplir su propósito.

Isaías 55:10-11 
Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié.

Por tanto, no tengas vergüenza de anunciar este mensaje; el apóstol Pablo nos enseña en:
Romanos 1:16 
Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego.

Ahora bien, según las escrituras la Gran Comisión se puede anunciar en cualquier lugar, ya que es un mandato de Jesús que se aplica a toda la iglesia. 
La Gran Comisión se puede anunciar a nuestros vecinos, en nuestros barrios, las ciudades, y en cualquier lugar a donde Dios nos envíe. 

Hermanas, la gran Comisión se encuentra descrita en los evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Hechos de los Apóstoles. 
Esta comisión consiste en: 
- Anunciar el evangelio. 
- Bautizar a las personas. 
- Hacer discípulos.
_Enseñarles a seguir a Cristo y a obedecer Su Palabra.

La Gran Comisión puede cumplirse de diferentes maneras, y a continuación, les daremos cinco puntos practicos para vivir la Gran Comisión en nuestros días.

Rina
El primer punto lo veremos en:
Mateo 28:18
“…Y Jesús se acercó y les habló, diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra...”
En este versículo observamos claramente la autoridad de Cristo, la comisión se encuentra bajo su autoridad.
Es fundamental recordar que no vamos solos ni en nuestras propias fuerzas. 
Cristo reina sobre todas las circunstancias y nos envía con la certeza de su respaldo.
Debemos confiar en que, aunque enfrentemos oposición o dificultades, Dios tiene el control absoluto. Oremos por discernimiento para actuar con su sabiduría en cada paso.

Jorge
El segundo punto está en:
Mateo 28:19
“…Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo…”

Nuestro Señor Jesucristo nos dice aquí que debemos hacer discípulos, no solo conversos.
El objetivo de la Gran Comisión es formar discípulos comprometidos, y no solo hacer seguidores. 
Esto implica caminar con las personas, enseñarles, animarlas y ayudarlas a crecer en su relación con Dios.
Para ello debemos dedicar tiempo a guiar, a instruir en la fe, enseñando con paciencia y amor los principios de la palabra de Dios.
También, hacer discípulos implica entrenar a los nuevos conversos y llevarlos hacia la madurez espiritual para que en el futuro ellos también puedan replicar en otros el mismo proceso.
Un discípulo es alguien que recibe instrucción de otra persona; un discípulo cristiano es un seguidor bautizado de Cristo, alguien que cree en la enseñanza y la doctrina de Cristo. 
Un discípulo es un seguidor e imitador de Jesucristo, se aferra a Su sacrificio, cree en Su resurrección, tiene el Espíritu Santo y vive para hacer Su obra.

Abro un paréntesis aquí para tocar un tema muy sensible referente a lo que acabo de leer sobre hacer discípulos.
Si bien es cierto tenemos en la gran comisión un mandato para toda la iglesia y esto, obviamente, incluye a las mujeres en la congregación, deseo que sepas mi hermana que como mujer, tu llamado es enseñar y dirigirte primordialmente a otras mujeres.
Es importante seas cuidadosa y prudente en este aspecto, para evitar malos entendidos, riesgos innecesarios y evitando así salir de la voluntad de Dios. 
Te invito a cumplir fielmente el rol que te marca las escrituras, cumplir ese rol en tu hogar, en la iglesia y en el entorno donde el Señor te ha colocado.

Hay ministerios que toman la historia de la mujer samaritana y dicen que ella habló de Cristo a toda la ciudad entre ellos los hombres obviamente, pero hay un detalle que deseo puedas observar:
Juan 4:28-30 
Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres: Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será este el Cristo?

Aquí vemos que la samaritana le cuenta a varones y mujeres lo que el señor había hecho con ella. ¿Quién no cuenta algo extraordinario que le ha pasado?
Ella estaba realmente maravillada del Señor, pero la clave está en el versículo 30:
"Entonces salieron de la ciudad, y vinieron a él [a Jesús]"
Estas personas (varones y mujeres) salen de la ciudad y fueron a ver por si mismos al maestro, a Cristo.
La samaritana solo fue el instrumento que señaló el camino a las personas para llegar a Jesús y esa fue toda su tarea (su maravillosa tarea).

Amadas cuando seamos tentadas a tomar roles que no nos corresponde, tenemos que detenernos un momento y examinar nuestro corazón y ver a donde se está inclinado y preguntarnos: ¿Qué es lo que busca mi corazón engañoso? aplausos, fama, reconocimiento, aceptación o algo peor: ¿apoyo económico?

No usurpemos el trabajo de los pastores y maestros de la iglesia local.

Tomemos la determinación de menguar y someternos a las escrituras, no dejando lo primordial, que es estar a los pies de Jesús orando por la salvación del mundo, que el señor levante hombres piadosos, maestros de la verdad y que ellos puedan enseñar el discipulado, las doctrinas básicas de salvación y vayamos nosotras a leer la palabra de Dios.
Sabes hermana, nuestras buenas intenciones a veces son un estorbo para hacer la voluntad de Dios.
Alguien dijo una vez: Si estás deseosa de cambiar al mundo, primeramente date un par de vueltas por tu casa.
Hacer discípulas de Cristo es llevar a las mujeres a seguir a Cristo y sean instruidas en sus primeros pasos, de preferencia, por los pastores o maestros de tu congregación.
En última instancia si tu pastor te delega la tarea de entrenar a otras mujeres puedes hacerlo con el abal de tu esposo, o con tu esposo, en el caso de ser casada. 
A nosotras Pablo nos dijo que seamos maestras pero del bien.
Tito 2:3-5 
Las ancianas asimismo sean reverentes en su porte; no calumniadoras, no esclavas del vino, maestras del bien; que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada.
Jorge te dejo continuar con los puntos restantes.

Cómo tercer punto, leemos en
Marcos 16:15 
“…Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura…”

Al leer este cita notamos que nos está dando un mandato claro y directo de compartir el mensaje donde quiera que estemos. Ser mensajero o misionero no implica necesariamente viajar a lugares lejanos. 

En cada contexto de nuestra realidad particular tenemos una oportunidad para compartir el evangelio: en la familia, el trabajo o la comunidad.
Aprovechemos cada oportunidad cotidiana para hablar de Cristo con naturalidad. 
No se trata solo de anunciar el mensaje bíblico, propiamente dicho, sino también de mostrar el evangelio en nuestras acciones y relaciones, con nuestra propia vida.

El cuarto punto lo vemos en:
Mateo 28:20 
“…He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén...”
Debemos de confiar en la presencia constante del Señor Jesucristo. Su promesa es clara: no estamos solos en esta misión. Su presencia
nos acompaña en cada paso, incluso en los momentos más difíciles.
Por ello vivamos con la confianza de que Jesús esta con nosotros, incluso cuando no veamos resultados inmediatos. Recuerda que Él, es el verdadero protagonista de la obra.

Y como quinto y último punto leemos en 
Hechos 1:18
“…Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra...”

Hermanas debemos depender del Espíritu Santo como buenos testigo de Cristo.

La obra evangelizadora es imposible sin el poder del Espíritu Santo. Él es quien guía, fortalece y produce fruto en la vida de los que escuchan.
Por ello cultivemos una relación íntima con el Espíritu Santo buscando ser llenos de su presencia diariamente para ser un testigo eficaz y tener el coraje de hablar cuando sea necesario.

La Gran Comisión se hace posible por el poder del Espíritu Santo. Debemos ser testigos de Cristo, cumpliendo la Gran Comisión.

Vemos entonces en todo el libro de Hechos de los Apóstoles, como ellos se esforzaron para cumplir con la Gran Comisión:
En primer lugar evangelizaron en Jerusalén, la ciudad donde estaban, eso significa empezar en nuestra casa, nuestro barrio.
Después, el Espíritu extiende la Iglesia por Judea y Samaria, esto equivaldria a otras ciudades más apartadas de nuestro eje o centro.
Y por último, el Evangelio llega hasta "los confines de la tierra y en cualquier otro lugar al que Dios nos envíe.

Y hoy, seguimos siendo embajadores de Cristo:
2 Corintios 5:20 menciona 
Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.

Hermanas como dijimos en el primer mensaje, Jesucristo es la Gran comisión que revela el corazón de Dios y quien desea que todos sean salvos a través de su Hijo.

1 Timoteo 2:4 
El cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.

Para finalizar decimos entonces que:
La Gran Comisión nos impulsa a compartir las Buenas Nuevas de Salvación hasta que todos la oigan. 
Al igual que los siervos de la parábola de Jesús, debemos ocuparnos de los asuntos del reino, haciendo discípulos de todas las naciones:
Recuerda lo mencionado en 
Lucas 19:13
Y llamando a diez siervos suyos, les dio diez minas, y les dijo: Negociad entre tanto que vengo.

Hermanas ha sido un placer haber compartido estas charlas con ustedes, me despido hasta una nueva oportunidad, las dejo con mi esposa para las palabras finales. Bendiciones.

Gracias Jorge por aceptar estar con nosotras, hasta pronto.

Amadas, para finalizar les digo que si obedecemos este llamado que nos hace nuestro Señor Jesucristo vamos a experimentar gozo y alegría al ver vidas  transformadas, y nos convertimos así en instrumentos de esperanza en un mundo necesitado.
¡Hoy es el momento de ser parte activa de esta misión!

Rina:
LA GRAN COMISIÓN ES MAS QUE UN MANDADO, ES UNA INVITACIÓN A PARTICIPAR EN EL PROPÓSITO ETERNO DE DIOS.

¡Dios con nosotras!

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