Recibe la buena semilla

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Recibe la buena semilla

Marcos 4:26-29

Decía además: Así es el reino de Dios, como cuando un hombre echa semilla en la tierra; y duerme y se levanta, de noche y de día, y la semilla brota y crece sin que él sepa cómo. Porque de suyo lleva fruto la tierra, primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga; y cuando el fruto está maduro, en seguida se mete la hoz, porque la siega ha llegado.

Amadas las saludo la Paz de Cristo para todas, vemos aquí que el sembrador esparce la buena semilla, y está nace sin que él se de cuenta y de igual modo la tierra produce el grano por si solo, y al estar maduro el sembrador la cosecha.

La buena semilla es la Palabra de Dios y es la misma para todas, pero no siempre produce los mismos resultados. Depende también de la tierra que la acoge y del cuidado que reciba.

Al aceptar la buena semilla, es como permitir que las semillas de la fe, la esperanza y el amor germinen en nuestro interior, transformando nuestras vidas y fructificando en acciones y actitudes que reflejan la bondad y la justicia de Dios.

Cuando recibimos la buena semilla, debemos comprometernos a cultivarla con cuidado y dedicación, permitiendo que sus enseñanzas y principios guíen nuestros pasos y decisiones. Así, nuestra vida se convierte en un jardín fértil, donde la presencia de Dios florece y se manifiesta en todo lo que hacemos.

Hermanas, que la buena semilla de la Palabra de Dios encuentre un suelo fértil en nuestros corazones, para que podamos crecer en fe, esperanza y amor, y reflejar la gloria de Dios en nuestro mundo.

Voy a invitar a nuestra amada hermana Amayra de Bragas que nos enseñe como sembrar la buena semilla en nuestro corazón con la parábola del buen sembrador, adelante hermana:

¡Hola hermanas, paz en Cristo!

Continuamos aprendiendo como sembrar la semilla para llevar una vida fructífera.

Vamos a leer: Mateo 13:3 dice 

Y les habló muchas cosas por parábolas.

Parábola o proverbio se refiere de forma general a una comparación de un tipo, por ejemplo cuatro tipos de terreno, que se refiere a cuatro tipos de oyentes.

El sembrador es Jesús, Jesús nace como una semilla vulnerable de la virgen María, nace crece y luego lleva mucho fruto para Dios padre.

En la primera venida Jesús esparce su semilla de manera general, sin mirar la condición de cada corazón, él no hace acepción de personas.

La semilla cayó en tierra o corazón duros como el camino. Otra parte cayó en corazón rocoso, otro puñado cayó en terreno espinoso y también cayó en buena tierra.

Para entender el significado profundo es necesario tener una relación correcta con Jesús. Es solo a los discípulos que Jesús da la interpretación. Los impíos es decir los no creyentes no entienden porque carecen de una relación apropiada con Dios.

Romanos 1:21 

Pues habiendo conocido a Dios no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias sino que se envanecieron en sus razonamientos y su necio corazón fue entenebrecido.

Ahora pasamos a ver el propósito y la explicación de la parábola del sembrador leamos la palabra en: 

Mateo 13:19 dice:

Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende viene el malo y arrebata lo que fue sembrado en su corazón, este es el que fue sembrado junto al camino.

La dureza del corazón rehúsa recibir el mensaje, oye el evangelio pero no lo entiende. La pisada de Satanás una y otra vez la arrebata, su razonamiento y corazón entenebrecido, necio a la verdad.

Salmo 14:1 

Dice el necio en su corazón no hay Dios.

Los fariseos eran oyentes de tierra dura, la semilla encuentra resistencia y el resultado es infructuoso, la necedad se opone para llevar una vida fructífera. 

Qué importante es reconocer, nuestra incapacidad delante de Dios para entender el mensaje de Dios, quiere decir que Dios da la capacidad de entender el mensaje de Dios y de obedecer a ese mensaje es un don de Dios regalo de Dios.

Jesús nos da la salvación como regalo, tomemos ese regalo comprado en la cruz a precio de sangre, él nos dará entendimiento, nos dará un corazón abierto dispuesto para ser receptivos al evangelio.

Mateo 13: 20-21 dice:

Y el que fue sembrado en pedregales este es el que oye la palabra y al momento la recibe con gozo; pero no tiene raíz en sí sino que es de corta duración pues, al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra luego tropieza.

Acá vemos una pequeña esperanza superficial, una delgada capa de tierra en el suelo rocoso. El oyente recibe con gozo empieza a brotar la semilla pero pronto el calor abrasador de la aflicción y persecución, da como fruto una confesión superficial, se da cuenta que no vale la pena.

Un arrepentimiento genuino, implica entender que, en:

Filipenses 1:29 nos anima a confiar, dice:

Se nos ha concedido a causa de Cristo, creer pero también padecer por él.

Dios nos ayudará a padecer un tiempo temporal que padecer toda una eternidad. 

Mateo 13:22 

El que fue sembrado entre espinos, este es el que oye la palabra; pero el afán de este siglo y el engaño de la riquezas, ahogan la palabra y se hace infructuosa.

En este tipo de oyente el evangelio permanece por un rato, por un tiempo, pero el afán insaciable de las riquezas ahoga la preciosa palabra. El corazón se ha convertido en una bolsa de valores, ya no hay tiempo para Dios, está comprando y vendiendo la destrucción del alma, dice en:

1 Timoteo 6: 8-10 nos da la advertencia para revertir el afán insaciable de nuestros deseos que luchan en nuestro interior, leamos:

Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.

El contentamiento viene de Dios, porque en él está la plenitud, la riqueza, es una bendición de Dios, si le honramos a él; pero será una trampa si cautiva nuestro corazón.

Confiar que de Dios son las bendiciones nos ayudará a llevar una vida fructífera. 

Leamos: Mateo 13:23 dice la palabra de Dios:

Mas el que fue sembrado en buena tierra, este es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno.

Si bien la capacidad de entender la da Dios, también vemos el interés que muestran sus discípulos y van a su maestro para lograr entender la parábola. 

Tú y yo haremos lo mismo que sus discípulos; ven vamos juntas a la palabra de verdad con corazón sincero, confesando nuestra propia incapacidad de entender, dejemos el corazón a los pies de Cristo para que recibamos de él un nuevo corazón.

Que Dios haga de nuestro corazón duro como el camino endurecido por el orgullo lleno de ansiedad y fatigado por la búsqueda de riquezas insaciables, en lo cual Satanás haya cabida para destruir por completo las semillas sembrada en nuestro corazón; lo convierta en un corazón fértil, receptivo hasta llevar una cosecha final.

Daniel 2:28 dice que había un rey incrédulo, donde Dios le hablaba en una visión en forma de parábola, la cual Daniel debe interpretar. Pero hay un Dios en los cielos el cual revela los misterios y él ha hecho saber al rey Nabucodonosor, lo que ha de acontecer en los postreros días he aquí tu sueño y las visiones que has tenido en tu cama.

Amadas oyentes no hay excusas, si no entendemos corramos a Jesús y con la guía de su Espíritu Santo nos ilumine a entender y responder fructíferas en su reino.

Mateo13:16 dice:

Pero felices nuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen.

Si estás en Cristo serás doblemente bendecida, porque la gracia, es decir el favor de Dios ha hecho que nuestros corazones oídos y ojos estén receptivos a la revelación de su reino, caso contrario las parábolas de Jesús serán una respuesta a la incredulidad y esta sirven como instrumento de juicio endureciendo al que no se arrepiente.

Juan 20:27 nos amonesta Jesús: 

Jesús dice: luego dijo a Tomás pon aquí tu dedo y mira mis manos y acerca tu mano y métele en mi costado y no seas incrédulo si no creyente.

¡Que así sea!

¡Dios con nosotras, bendiciones!