¡Ayuda mi incredulidad!
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¡Ayuda mi incredulidad!Marcos 9:22-24
Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible. E inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo: Creo; ayuda mi incredulidad.
Mis amadas como están? Las saludo y agradezco a Dios por una oportunidad más que me da para servirle y también por poder ingresar a tu hogar a través de este mensaje.
Hoy vamos a ver juntas como muchas veces nos toma por asalto la duda a nuestros corazones ante la bondad, el poder y el amor de Dios y como debemos lidiar con ella.
Dios no se agrada de los que no creen en él, espera que nosotras sus hijas creamos firmemente en su palabra y en cada una de sus promesas.
Ahora según el texto leído me hago una pregunta:
¿Cómo puede el padre del muchacho decir que cree y al mismo tiempo pedir ayuda para vencer la incredulidad?
Leyendo sus contextos me di cuenta que, quizás el fracaso de los discípulos había llevado a este hombre a dudar de Jesús, así que, cuando hizo su petición, parecía no estar muy seguro de que Jesús realmente pudiera ayudar a su hijo.
Pero sabes, Jesús puede salvar a todos los que se acercan a él con fe. Pero la cuestión era si realmente tenían fe.
Jesús sabiendo lo que pasaba por su mente, antes que de su petición en el versículo 22: le dijo:
"Si puedes creer, al que cree todo le es posible"
Amadas como dije antes, el padre había visto el fracaso de los discípulos, y, tal vez por eso mismo estaba cuestionando el poder de Jesús. Pero el Señor llevó el asunto al mismo centro del problema: "su propia falta de fe"
Seamos honestas, todas tenemos esta tendencia de ver los fracasos de los demás y justificar con ellos los nuestros.
Pero esta es una forma absurda de engañarnos a nosotras mismas.
Por lo tanto, si no avanzamos más en la vida cristiana, es por nuestra falta de fe, y no por culpa de otros.
En cuanto a la frase "al que cree todo le es posible", es probable que se refiera no tanto a lo que podemos hacer mediante la fe, sino a lo que Dios nos dará en respuesta a esa fe, tal como le ocurrió al padre del muchacho.
Y por supuesto no quiere decir "cualquier cosa que nosotros queramos", porque la verdadera fe se somete siempre a la voluntad de Dios y confía en él.
Hermanas, la angustiosa respuesta del padre ante la confirmación de Jesús reveló sus dudas, el con total honestidad expresó su fe, al mismo tiempo que reconocía la flaqueza de la misma.
El padre había ido de los milagros de Jesús, por eso fue a verlo, el creía que podría sanar a su hijo, aceptando al mismo tiempo que aún le faltaba una fe sólida, fuerte, capaz de confiar en Dios como un niño, con una plena seguridad de que va a recibir lo que espera y a la vez convencido de que sucederá, aun cuando no lo pueda ver.
¡El quería superar su incredulidad y pidió ayuda!
¿Hacemos nosotras lo mismo cuando nos vemos tentadas a dudar?
Es dramática, a la vez conmovedora, la lucha que se percibe en el corazón de este hombre entre la fe y la incredulidad.
Sin embargo, había algo de fe, tal vez tan pequeña como una semilla de mostaza, pero siendo genuina, el Señor se encargaría de robustecerla y hacerla crecer.
¿Qué aprendemos de este padre?
Que la forma correcta de enfrentar nuestra incredulidad, es llevándosela a Jesús, igual que le llevamos también todos nuestros pecados y debilidades.
Entonces: "Creo; ayúdame en mi incredulidad” es a la vez una declaración de fe y una admisión de que nuestra fe está lejos de ser perfecta.
Ahora bien como creyentes sabemos que nuestra fe y obediencia son siempre deficientes, y con frecuencia nos examinamos y pedimos a Dios que nos permita vivir la vida que a él le agrada. Si nos dejáramos en manos de nuestras propias fuerzas y de nuestra propia fe, nunca lo lograríamos.
Debemos de saber que la duda y la incredulidad son diferentes, y por ello recurrí a unos estudios para darles unos paralelismos y así podamos entender mejor el concepto de estos dos sentimientos.
Dudar es una facultad de nuestra mente, pero la incredulidad va más allá y permanece aun cuando existe evidencia de algo.
La duda es el área de la vida donde todavía no hemos experimentado a profundidad a Dios. Recuerda que Pedro caminó sobre el agua, sin embargo, comenzó a hundirse cuando vio las circunstancias del caso.
Jesús atribuyó esto a la duda de Pedro, leeré en TLA Mateo 14:31
Entonces Jesús extendió su brazo, agarró a Pedro y le dijo: Pedro, tú confías muy poco en mí. ¿Por qué dudaste?
Por otro lado, mi amada, la duda engendra incredulidad y ésta, desobediencia y por consiguiente se convierte en una barrera que nos impide experimentar la plenitud de Dios en nosotras.
Seguramente algunas han aprendido a luchar con la duda; otras la han vencido y, unas tantas, conviven con ella.
Hay una clave para alejar de nosotros la duda, y es que debemos fortalecer nuestra intimidad con Dios, de lo contrario la duda será una puerta que abrimos al enemigo y nos olvidamos de tener seguridad y dependencia total de él, en todo lo que hacemos.
Alguien dijo: “Alimenta tus dudas y tu fe se morirá de hambre, pero alimenta tu fe y las que se morirán de hambre serán tus dudas”. Es importante que tengamos en cuenta que la duda no solo nos paraliza y nos roba el tiempo, sino que se convierte en pecado para nosotras.
También la incredulidad nos impide confiar en el plan perfecto de Dios para nuestras vidas. En Hebreos 11:6 se nos dice: 'Sin fe es imposible agradar a Dios'.
El no creer en Dios da a conocer la poca relación que tenemos con su Santo Espíritu.
Pero cuando estamos llenas de este, él se revela, nuestros pensamientos cambian y nuestra mente se renueva. Ya no hablaremos igual, y mantendremos la seguridad de que, aunque nuestros ojos no vean lo que esperamos, en cualquier momento ocurrirá.
Continúo hablando un poco más de la incredulidad:
La incredulidad nos cierra la puerta a todas las bendiciones espirituales que Dios desea darnos, nos desvincula de su voluntad y nos lleva a hacer lo que nosotras pensamos que es correcto.
También nos hace pensar que Dios no es capaz o que no le importa lo que estás pasando, robándonos la esperanza y entristeciendo nuestro corazón por las cosas negativas que nos rodean.
Amadas la incredulidad es un obstáculo que nos impide experimentar la libertad y la victoria que Jesús nos ofrece.
En Juan 11:40,
Jesús le dice a Marta: '¿No te dije que si crees, verás la gloria de Dios?'.
Por otro lado la incredulidad nos mantiene en un ciclo de duda y temor.
Pero en 2 Timoteo 1:7
se nos dice: 'Dios no nos ha dado un espíritu de temor, sino de poder, de amor y de dominio propio'.
La incredulidad nos impide recibir las promesas de Dios.
En Hebreos 4:2 se nos dice:
La buena noticia les fue predicada como a nosotros, pero la palabra que oyeron no les aprovechó nada, porque no se unieron por la fe con los que oyeron'.
Amadas nuestro Padre no quiere que su pueblo sea incrédulo, más bien desea que caminemos por fe, no bajo el razonamiento ni la circunstancias, sino alimentándonos cada día con sus palabras y acudiendo a Jesús en medio de estos momentos de duda.
Dice la biblia que debemos de exhortarnos unas a otras si vemos este pecado en nuestro corazón, en:
Hebreos 3:12-13
Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo; antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado.
Por otra parte pienso que cuando hay dudas en nuestro corazón, estás son oportunidades para venir a Jesús al fin de profundizar en nuestra fe.
Las dudas también sirven para descubrir cómo él es capaz de ayudarnos en medio de nuestra lucha contra la incredulidad, incluso la duda puede ser usada por Dios para llevarnos a tener en adelante una fe más sólida.
Es importante recordar que la fe es un proceso y que todas pasamos por momentos de duda. Pero con la ayuda del Espíritu Santo, las Escrituras y la oración, podemos superarla.
No obstante nos resulta alentador saber, que los siervos de Dios se debilitaron en fe, y Dios no ocultó sus debilidades pero tampoco sus fortalezas, él lo dejó escrito en la biblia para aprender de ellos, y entonces podemos decir que hay esperanza para nosotras.
¿Recuerdan a Abraham cuando Dios le prometió que tendría muchísimos descendientes? esto parecía imposible. Sin embargo, por su esperanza y confianza en él, el llegó a ser el Padre de muchas naciones que también ahora confían en Dios.
Abraham estaba seguro que Dios cumple sus promesas.
Romanos 4:20
Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios.
Hermanas queridas, Dios quiere que hoy seamos libres de la incredulidad y que le conozcamos verdaderamente, que caminemos con él afirmando en cada paso nuestra fe, quien derribará la duda e incredulidad de nuestro corazón, el tendrá misericordia y nos ayudará a servirle con agrado en todo lo que hagamos como lo hizo con él apóstol Pablo, leamos:
1 Timoteo 1:12-13
Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio, habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor e injuriador; mas fui recibido a misericordia porque lo hice por ignorancia, en incredulidad.
Para finalizar digo que, la incredulidad no tiene por qué tener la última palabra en nuestra vida, cuando estamos luchando con la duda lo que más necesitamos hacer es acudir a Dios en vez de alejarnos de él. El no se ofende cuando le decimos señor creo pero ayúdame en mi credulidad, más bien esta es una oración que se deleita en responder.
Clamemos delante de su presencia hasta que nuestros ojos sean abiertos y podamos verle, para no desconfiar de sus promesas del Dios vivo y poderoso que tenemos, te animo a pensar en esto para no ser encontradas en falta y ser amonestadas por Jesús como a los discípulos:
Marcos 16:14
Finalmente se apareció a los once mismos, estando ellos sentados a la mesa, y les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado.
Oh amadas no tengamos en poco sus palabras, sus promesas, recuerda que la duda y la incredulidad no deben habitar en nuestro corazón, ¡Creamos! ¡Confiemos en el poder de Dios! ¡No dejemos que la incredulidad nos impida experimentar la plenitud de Dios!
¡Ejercitemos nuestra fe hoy para experimentar mañana la victoria de Dios en nuestra vida!"
LA INCREDULIDAD ES UN OBSTÁCULO PARA CONOCER EL PODER Y EL AMOR DE DIOS, QUE EL NOS AYUDE A SUPERARLA Y CREER MAS EN SUS PALABRAS.
¡Dios con nosotras!
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