¿Porque lo llamas Señor?
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¿Porque lo llamas Señor?Isaías 29:13
Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado.
Amadas las saludo con el amor de Jesucristo, decirles además que estoy agradecida por el tiempo que se toman para leer el blog y visitar nuestro canal.
Al leer la cita de Isaías, reconozco que muchas veces somos similares al pueblo de Israel, al pasar el tiempo la fidelidad a Dios ha ido disminuyendo y fácilmente lo hemos, olvidamos y pensamos que nosotras somos dueñas de nuestra propia vida y entonces viene la desobediencia a la palabra de Dios, porque nuestras vidas no reflejan lo que nuestros labios profesan, nuestros hechos niegan lo que confesamos, la biblia dice en:
Santiago 3:10-11
De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así. ¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga?
En el nuevo testamento también nuestro Señor va a enseñar a los que le siguen que no es suficiente llamarle a él, Señor, Señor; sino que además deberían hacer lo que él dice, porque si oyen y actúan de acuerdo a lo que dice, estarían seguros.
Amadas, hoy vamos a estudiar juntas una parábola que se asemeja a nuestro contexto, esta es muy conocida y dicha por Jesús.
Los evangelistas Lucas y Mateo la relatan y los traductores bíblicos lo han llamado: La parábola de los dos cimientos.
¿La has leído?
Por un lado Lucas dice que Jesús se había reunido con sus discípulos y seguidores a dar está parábola, en una llanura y por el otro lado Mateo dice que en un monte, no entraremos en discusión, pero si diremos que cada relato de los escritores de la biblia, se complementan más no se contradicen.
Ahora la similitud y acuerdo entre ambos evangelistas es, que es un Sermón con un mismo enfoque de nuestro Señor respecto a lo que van a hacer sus discípulos con Su Palabra que ha hablado:
"Obedecerla o rechazarla"
Nosotras leeremos lo que escribió el evangelista Lucas e iremos al final del sermón, dónde Jesús hablará de la parábola que he mencionado y lo veremos que va a empezar con una contundente pregunta retórica:
Lucas 6:46
¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?
Notemos que Jesús hizo a sus oyentes está pregunta porque quizás vio en ellos un contraste entre lo que decían y cómo se comportaban, y quiso llamarlos a realizar un serio autoexamen espiritual.
Esta también es una pregunta que nuestro amado Jesús, nos hace a nosotras porque desea que como respuesta, él pueda ver nuestros labios y nuestras vidas alinearse.
Jesús quería que ellos, tal como quiere que nosotras, viéramos, que una profesión verbal de fe en él, debe ir acompañada de obediencia moral a él y el resultado de ello.
Jesús continúa diciendo:
Lucas 6:47
Todo aquel que viene a mí, y oye mis palabras y las hace, os indicaré a quién es semejante.
Amadas, el resultado de nuestra obediencia pondrá en evidencia lo que somos, más adelante Jesús nos lo dirá.
Sepamos esto, Jesús no enseñó que la entrada al reino de los cielos se realiza mediante buenas obras de obediencia.
La salvación es solo por gracia, solo por fe nada más.
Efesios 2:8
Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios.
Todo lo que traemos a Cristo es el pecado del cual necesitamos ser perdonadas. Entonces, ¿Qué está enseñando Jesús?
Simplemente que sólo aquellos que le obedecen, y que expresan su fe mediante obras, verdaderamente han oído y han sido transformados por su palabra y la fe en ella.
Sólo la fe salva, pero la fe que salva no es la única, sino el fruto de ella.
Las Escrituras dejan en claro que la manera en que escuchamos y obedecemos la palabra de Jesús, tiene importancia para toda la eternidad porque revela el verdadero estado y la realidad de nuestra fe.
Ninguna mente llena de conocimiento, llena de obras religiosas visibles y ninguna elocuencia legalista podrán disfrazar nuestro comportamiento privado con Dios, tratando de agradarle a él llamándole Señor.
La verdadera prueba de quienes invocamos el nombre del Señor, sería, que debemos apartarnos de hacer maldad, como Pablo nos dice:
2 Timoteo 2:19
Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos; y: Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo.
Ahí reside la evidencia de una fe genuina.
Si bien es cierto nadie de nosotras vive una vida perfecta, pero si todas estamos llamadas a vivir vidas cambiadas.
Siendo hijas de Dios, él nos gobierna, Su Espíritu Santo dentro de nosotras.
Ahora bien ¿Tendremos un éxito total? No. Pero seremos diferentes y nuestras vidas demostrarán cada vez más que hemos dejado lo que a Dios no le agrada.
Leamos lo que Pablo nos cuenta acerca de unos hermanos:
1 Tesalonicenses 1:9
porque ellos mismos cuentan de nosotros la manera en que nos recibisteis, y cómo os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero.
Ven amadas, tiene que haber un cambio radical en nuestras vidas y dar abundante fruto de obediencia.
Te pregunto ¿Llamas a Jesús Señor? ¡Bien! Pero, ¿de que manera?
¿puedes señalar evidencia en tu vida, en como vives, como reaccionas en las tentaciones de que Jesús es verdaderamente tu Señor?
Ahora continuando con la lectura de la parábola, Jesús nos dará a conocer a lo que nos asemejamos si somos obedientes a él, dándonos un contraste entre edificar entre la tierra o la roca, nos hablará de dos cimientos para darnos a conocer el resultado de estar edificadas en él y poder realmente llamarlo Señor o desobedecer lo que dice:
Leamos:
Lucas 6:48
Semejante es al hombre que al edificar una casa, cavó y ahondó y puso el fundamento sobre la roca; y cuando vino una inundación, el río dio con ímpetu contra aquella casa, pero no la pudo mover, porque estaba fundada sobre la roca.
Amadas toda desobediencia a la palabra de Dios nos lleva a la ruina, Jesús es muy claro acerca del resultado final.
La persona que permanece indiferente hacia las palabras de Jesús no tendrá un resultado indiferente, sino tendrá un resultado abismal.
Continuemos leyendo:
Lucas 6:49
Mas el que oyó y no hizo, semejante es al hombre que edificó su casa sobre tierra, sin fundamento; contra la cual el río dio con ímpetu, y luego cayó, y fue grande la ruina de aquella casa.
Oh amadas cuántas veces hemos oído la palabra de Dios y no hemos actuamos de acuerdo a ella?
Hemos sufrido las consecuencias con lágrimas.
La falta de obediencia es como fundar la casa en la arena.
En síntesis como dice Jesús que la casa que estaba edificada sobre la roca, resistió pero la casa edificada sobre la arena, fue arrastrada por las aguas.
Amadas que este mensaje nos ayude a darnos cuenta que somos pecadoras ante Dios.
Hay una Roca sobre la cual debemos edificar, una base que resistirá y permanecerá. La Roca es Cristo.
Pablo dijo en
1 Corintios 3:11
Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo.
Amadas reflexionemos con estas preguntas:
¿Dónde estamos edificando nuestro fundamento?
¿Dónde hemos edificado nuestra casa? ¿sobre la Roca que es Cristo, o está edificada sobre la arena?
Un Buen fundamento nos da seguridad en esta vida y en la próxima.
Ahora la gran promesa de Jesús, es que cuando venga esa tormenta y ese río no podrá mover la casa, porque él estará allí, esa es nuestra seguridad tremenda, al saber que nuestra vida está fundada sobre , seremos capaces de afrontar cualquier tormenta que pueda venir.
Amadas para finalizar digo que toda construcción no es buena porque los buenos acabados, es buena porque tiene buenos fundamentos, pongamos atención en lo que nos enseña Jesús en esta parábola y tengamos en cuenta lo que
Mateo 7:21 dice:
No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.
Amén!
Amiga, hermana si aún no has construido tu casa sobre la Roca eterna, ven a él a los pies de Jesús y pon tu casa sobre él.
Arrepiéntete de tus pecados y pon tu fe en Jesucristo, es tiempo de obedecer y así podrás llamarlo señor, señor y hacer lo que él dice.
LA QUE ESCUCHA LO QUE JESÚS ENSEÑA Y HACE LO QUE EL DICE, ES UNA MUJER PRECAVIDA Y ESTARÁ FIRME SOBRE LA ROCA ETERNAMENTE.
¡Dios con nosotras!
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