Cuidando nuestra viña (parte 8)

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Cuidando nuestra viña (parte 8)
Isaías 65:2
Extendí mis manos todo el día a pueblo rebelde, el cual anda por camino no bueno, en pos de sus pensamientos.

Vemos aquí a nuestro Señor dando un mensaje a los Israelitas de la época de Isaías, diciéndoles que siempre estuvo a su disposición para ayudarles y redimirlos de sus pecados a causa de su rebeldía y desobediencia, pero amadas, este mensaje retumba nuestros oídos y en nuestro tiempo dirigido hacia el pueblo de Dios, a su amada iglesia.
Al desobedecer a Dios le estamos diciendo que no estamos de acuerdo con sus mandatos.

Amadas continuando con la serie hoy nos hablará nuestra hermana de otra pequeña zorra, de otro pecado que es el más grave a causa de la rebelión que hay en el corazón; 
Con nosotras Gisela, escuchemos:

Las saludo nuevamente mis amadas hermanas, pasaremos a hablar sobre uno de los pecados con el que el ser humano más se enfrenta, obedecer los mandamientos y principios bíblicos de acuerdo a la voluntad de Dios, lo que él nos declara en su palabra y lo que nosotras deseamos y queremos de acuerdo a lo que pensamos o sentimos naturalmente. 
¿Qué tan fácil nos resulta obedecer?
La palabra “desobedecer” proviene de la palabra hebrea “apeitheo” que significa rehusarse a ser persuadido, es decir a ser movido con razones a creer algo, a hacer algo; bíblicamente significa quebrantar o infringir la ley moral de Dios.
Tomemos como ejemplo en 
Juan 1:36
Los que creen en el Hijo de Dios tienen vida eterna. Los que no obedecen al Hijo nunca tendrán vida eterna, sino que permanecen bajo la ira del juicio de Dios.

Ahora pasemos a entender con mayor precisión cómo fue que el ser humano participó por primera vez en desobedecer a Dios, entonces comprenderemos por qué tenemos la tendencia a ir en contra de la obediencia y somos más propensas a resistirnos por nuestra naturaleza caída.
¿Y cómo fue que esto sucedió?
Recordemos que, cuando Dios creó a Adán y a Eva, se dirigió luego a ellos dándoles instrucciones muy claras respecto a lo que se les permitía hacer. 
Génesis 2:15 (NTV) 
El Señor Dios puso al hombre en el jardín de Edén para que se ocupara de él y lo custodiara; pero el Señor Dios le advirtió: 
Puedes comer libremente del fruto de cualquier árbol del huerto, excepto del árbol del conocimiento del bien y del mal. Si comes de su fruto, sin duda morirás.

Dios les da la libertad de tomar cualquier fruto de todo árbol que había creado, puesto que todo lo que creó era bueno y podían deleitarse en probarlos, pero a su vez es contundente al dejarles en claro lo que les estaba prohibido comer, porque entonces esa misma desobediencia les llevaría a experimentar la muerte, tanto física como espiritual. 

En la siguiente escena veremos cómo la serpiente con astucia se aproxima a dialogar con Eva con la intención de hacerle dudar acerca de las palabras que Dios les había dicho, leamos:
Génesis  3:1 (NTV)
¿De veras Dios les dijo que no deben comer del fruto de ninguno de los árboles del huerto?”. 

La serpiente supo cómo iniciar una conversación cuyo fin era captar la atención de Eva para luego hacerle dudar de la sentencia que Dios había declarado. Ella prestó sus oídos a la voz equivocada, cuya voz no era la de Dios y más aún, responder a quien no debía. 
Pongamos atención lo que ella le respondió en el verso 2 y 3:
Claro que podemos comer del fruto de los árboles del huerto, es solo del fruto del árbol que está en medio del huerto del que no se nos permite comer. Dios dijo: “No deben comerlo, ni siquiera tocarlo; si lo hacen, morirán.
De inmediato la serpiente pone en evidencia su verdadera intención, lograr hacerle dudar de las palabras que Dios les dijo, por ello en el verso 4 leemos lo que le contesta a Eva: 
No morirán, Dios sabe que, en cuanto coman del fruto, se les abrirán los ojos y serán como Dios, con el conocimiento del bien y del mal.

Hermanas, tengamos cuidado con las voces que escuchamos cada día. Podríamos pensar que nada malo nos sucedería si estamos muy tranquilas en nuestros hogares o que no hay muchos peligros para tener que alarmarnos. 
Recordemos 
Proverbios 3:5 -7(NTV)
Confía en el Señor con todo tu corazón; no dependas de tu propio
entendimiento. Busca su voluntad en todo lo que hagas, y él te mostrará cuál camino tomar. No te dejes impresionar por tu propia sabiduría. En cambio, teme al Señor y aléjate del mal.

Volviendo a nuestra historia,
¿Qué fue lo que sucedió con Eva? 
¡Te preguntarás!
Bueno, en el 3: 6-7 de Génesis dice: 
La mujer quedó convencida, vio que el árbol era hermoso y su fruto parecía delicioso, y quiso la sabiduría que le daría. Así que tomó de su fruto y lo comió. Después le dio un poco a su esposo que estaba con ella, y él también comió.

Eva comenzó a desear y a ver ese fruto ya como no algo prohibido, sino a obtener aquello que la serpiente le aseguró lograría alcanzar, tan solamente si accedía a comer. La sedujo con sus palabras y llegó a su corazón, de modo que traspasase su poder de convencimiento. Logró que creyera a sus palabras y dejara de creer en el mandato de Dios. 

Romanos 6:23 (NTV)
Pues la paga que deja el pecado es la muerte, pero el regalo que Dios da es la vida eterna por medio de Cristo Jesús nuestro Señor.

La desobediencia es pecado y el pecado significa no querer seguir ni apegarse a la ley moral de Dios en acciones y actitudes, no solo hace que nos rebelemos y nos rehusemos a obrar conforme a los mandamientos de Dios, sino que nos separa, nos esclaviza y nos lleva a avergonzarnos de nuestra condición. 
Ellos se ocultaron, intentaron cubrir su desnudez con hojas de higuera, Eva culpó a la serpiente y Adán a su esposa. Pero nada pudo detener las consecuencias tan devastadoras de ese acto de desobediencia.

Ahora en el verso 23 del capítulo 3 de Génesis dice: 
“Así que Dios los expulsó del jardín del Edén”.

Tanto el hombre como la mujer fueron quitados del lugar donde gozaban de plena armonía y comunión cercana con su creador y a partir de aquel terrible momento, el pecado pasó a todos los seres humanos, separándonos totalmente de Dios.

Romanos 5:12-17 (NTV)
Cuando Adán pecó, el pecado entró en el mundo. El pecado de Adán introdujo la muerte, de modo que la muerte se extendió a todos, porque todos pecaron.

Fue entonces que a partir de la desobediencia de Adán y Eva todo ser humano quedó alejado de esa comunión íntima con Dios y pasamos a ser esclavos del pecado. 
Sin embargo, en Juan 6:38 leemos una declaración que cambiaría la historia por completo de Aquél que a través de su obediencia, traería esperanza, redención y salvación para regresarnos a Dios, por medio de su entrega y nuestra fe en Su obra redentora.
Leamos a Jesucristo diciendo: 
Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.

Hermanas para finalizar, las ánimo a tomar este ejemplo sublime de nuestro Salvador y traiga a nuestro corazón rebelde, convicción de pecado y mediante nuestro arrepentimiento, podamos atrapar esa pequeña zorra de desobediencia que ronda nuestra viña.

LA DESOBEDIENCIA A DIOS NOS SACA DE SU PLAN Y POR LO CONSIGUIENTE LA MUERTE ESPIRITUAL.

¡Dios con nosotras!

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