Una vida fructífera

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Una vida fructífera (parte 1)

Lucas‬ ‭6:43‭-‬44‬ 
No es buen árbol el que da malos frutos, ni árbol malo el que da buen fruto. Porque cada árbol se conoce por su fruto; pues no se cosechan higos de los espinos, ni de las zarzas se vendimian uvas.

Hermanas las saludo fraternalmente, empieza un nuevo año y con el, una nueva serie donde hoy daré una pequeña introducción.

Damos a Dios gracias por la bendición espiritual que nos da para poder escribir y compartir estos pequeños mensajes.
Y como todo mensaje de la palabra de Dios es para edificación que nos lleva a un nivel mayor, a un crecimiento espiritual y este es el objetivo de este blog y/o canal.
Cuando ya somos parte de su reino después de un nuevo nacimiento, Dios nos demanda a desarrollar, el fruto del Espíritu que está incluido en nuestra salvación.

Ahora ¿Qué es fruto espiritual?
Es el resultado natural de la presencia del Espíritu Santo dentro del creyente para glorificar a Dios.
Pero no el resultado de un esfuerzo que pueda desarrollar el hijo de Dios.

Entonces cuando Jesús habló de los árboles y sus frutos, lo hizo pensando en los líderes espirituales de su época. Al exponer su punto, nos dio una advertencia: a saber, no elegir al maestro equivocado. 
¿Y cómo vamos a discernir entre buenos y malos maestros? 
Jesús dice que es por sus frutos los resultados que siguen a sus enseñanzas y acciones.
Amadas, esa misma instrucción va para nosotras, por los frutos que estemos dando seremos reconocidas.

Sepamos que el árbol que habla Jesús refiere a una metáfora relacionado al ser humano, por lo tanto, nuestro  Señor nos enseña que cada árbol se reconoce por su propio fruto;  y el fruto que debemos dar son los espirituales, que son: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe y dominio propio, que están escritos en  Gálatas 5:22-23
Este  deberán ser evidentes en la vida de un creyente maduro.
Reflexionemos con estas preguntas:
¿Estás dando frutos?
¿Cuándo la gente se acerca a ti, ¿Qué descubrirán? ¿Verán juicios, amargura, altivez o superioridad moral? ¿Percibirán pasividad y falta de convicción? ¿O probarán el dulce fruto del gozo, la paz, el amor y la justicia?

Ahora, así como debemos de cuidarnos sobre los maestros falsos también debemos de cuidar que nosotras estemos dando frutos.

Cómo vemos mis amadas hay un llamado a dar fruto y que este perdure.
Al dar fruto, Dios será honrado con nuestra obediencia y así demostraremos que realmente el Espíritu Santo mora en nosotras.
Alguna vez te has preguntado:
¿Cómo podemos tener una vida fructífera?

Una de las razones para que nuestra vida sea fructífera, tenemos que permanecer fiel a Dios en los momentos difíciles, honrando a Dios con nuestra fe.
La fe es también un fruto que brota cuando tenemos comunión con Dios.
Su Espíritu Santo nos capacita para enfrentar las situaciones de la vida. No debemos ser tímidas, sino valientes, echar mano de las herramientas que él nos da y usarlas. Estemos firmes dando pasos que glorifican a Dios, mostrando que estamos llenas de su poder y su amor.
Recordemos lo que Pablo le dijo a Timoteo:
2 Timoteo 1:7
Pues Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.

En medio de las dificultades debemos usar el dominio propio que Dios nos da. Las emociones no deben reinar y guiar nuestras acciones. Podemos mantener la calma y serenidad, porque confiamos en nuestro Padre y él nunca nos fallará.
Es relativamente fácil serle fiel a Dios cuando todo sale bien en la vida.

Ahora veamos a dos hombres que dieron fruto a través de sus vidas y que al transcurrir los años dejaron una enseñanza para nosotras.

La vida de José hijo de Jacob, fue inmensamente fructífera, pero el fruto de él, tuvo un precio. 
Al principio, no parecía que su vida fuera fructífera, ya que fue vendido como esclavo, pasó por la traición, la esclavitud, el encarcelamiento y un gran sufrimiento.
Sin embargo, en todo ello permaneció fiel. La razón de la fidelidad de José era que confiaba en que Dios tenía el control, incluso en los momentos malos que ayudó a desarrollar su carácter y demostrando asi, un tipo de Jesús.
El resultado de todas sus aflicciones fue el fruto, sino leamos como José le responde a sus hermanos autores de su dolor:
Génesis 45:5
Ahora, pues, no os entristezcáis, ni os pese de haberme vendido acá; porque para preservación de vida me envió Dios delante de vosotros
José aquí mostró el fruto de benignidad, amor y perdón.

Por otro lado la vida de Pablo también sin duda fue fructífera en la historia del mundo. 
El fue un siervo de Dios, que durante el tiempo de su vida enriqueció a muchos espiritualmente y sigue haciéndolo hasta el día de hoy.
El fruto de la vida de Pablo ha durado dos mil años y durará hasta la eternidad.

Como José, el fruto de Pablo también tuvo un precio. 
Él soportó: sufrimientos, privaciones, angustias; azotes, cárceles, tumultos; trabajos pesados, desvelos, hambre. deshonra y mala fama.
Al ver la vida de Pablo debemos sentirnos desafiadas.
También Pablo en medio de todo esto permaneció fiel en constancia y bondad en el Espíritu Santo. 
El encontró tesoros escondidos revelados por Dios y en una de sus cartas nos dejó uno de los más bellos: el fruto del cristiano que los produce el Espíritu Santo, para sacarlo y exhibirlo en nuestra vida y como ya lo he mencionado anteriormente están en el libro de Gálatas 5:22-23

Ahora, hagámonos esta pregunta:
¿Estamos dando estos frutos que habla Pablo?

Amadas para esto suceda debemos de estar seguras que tenemos el Espíritu Santo morando en nuestro corazón porque, es el quien produce la fecundidad en nuestras vidas, y es necesario permanece en él siendo fieles, de lo contrario seremos infructuosas.

Graba esto hermana: dar fruto no quiere decir tener bienes, posesiones a algo material adquirido para disfrute, ni aún ganar almas para Jesús en masas.
Dar fruto en la vida espiritual se trata del carácter, de la madurez y de llegar al punto de ser como Jesús, esa es nuestra meta.
Miremos lo que Pablo nos dice en ‭‭Efesios‬ ‭4:13‬ ‭
Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.

Hermanas el fruto de Cristo en mí es su carácter y cuando por ejemplo, no puedo amar a mis enemigos, no puedo pasar por alto una ofensa, es evidente que aún no se está desarrollando el fruto en mi y no hay un carácter maduro sino de un niño, que necesita la leche espiritual.
Leamos :
‭‭Hebreos‬ ‭5:12‭-‬14‬ ‭
Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido. Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.

Hermanas quisiera que con esta pequeña introducción, podamos meditar en Su palabra y ver realmente si es que estamos dando frutos en nuestra vida espiritual.
Amada hermana agradezco que hayas escuchado este primer mensaje, te invito a seguir la serie que nos ayudará a crecer en carácter y más adelante tener una vida fructífera.

ES PROVECHOSO Y UTIL UN CARÁCTER MADURO, NOS AYUDARA A DAR FRUTO QUE GLORIFICA A DIOS.

¡Dios con nosotras!

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