Cuidando nuestra viña (parte 2)
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Cuidando nuestra viña (parte 2)Jeremías 7:13
Ahora, pues, por cuanto vosotros habéis hecho todas estas obras, dice Jehová, y aunque os hablé desde temprano y sin cesar, no oísteis, y os llamé, y no respondisteis.
Continuando con la serie:
"Cuidando nuestra viña" hoy hablaremos de otra pequeña zorra que es: La indiferencia al llamado del Señor, al llamado de leer Su palabra, de ir a Su presencia para oír su voz.
Desde tiempos antiguos Dios siempre insistía que sigan su voz y obedezcan lo que él les quiere decir.
Vemos que en tiempos de Jeremías continuaba el Señor alargando su misericordia, enviando a su profeta para dar un mensaje una y otra vez a su pueblo rebelde e indiferente, pero ellos no han querido escucharle y en vez de tomar en cuenta sus advertencias, han seguido haciendo lo malo.
Esto se llama indiferencia, que significa retirar la atención hacia a la persona de Dios.
Ahora vamos nuevamente al libro del Cantar de los cantares,
En el versículo 16 del capítulo 2, vemos que la novia, se siente segura de él y dice:
Mi amado es mío, y yo suya; Él apacienta entre lirios.
Este es un cuadro maravilloso del primer amor,
¿Te acuerdas como fueron los días en tu primer amor?
Nos sentíamos muy seguras, al igual que la novia, ella estaba segura de ser de él y deseaba estar más cerca de él y conocer su carácter.
Cómo nosotras al inicio de nuestra relación con Dios,
Es necesario conocerlo en profundidad para crecer en santidad y madurar en la vida, ella no estaba esperándole como una mujer cualquiera sino que se guardaba pura para él.
Cantares 4:12
Huerto cerrado eres, hermana mía, esposa mía; Fuente cerrada, fuente sellada.
Vemos que los novios están viviendo aún el tiempo del desposorio.
Como dije antes ella se guardaría solo para el. Ella le pertenece y el esposo era su dueño.
Tengamos en cuenta esto hermanas, creer que uno está segura en Cristo que nada va a pasar en humildad es lo correcto, pero con soberbia podemos caer, es peligroso tener todo por sentado y olvidar que debemos cultivar día a día la comunión con él, no debemos menospreciar o sentir desinterés por estar con el.
Si seguimos leyendo vemos que continúan las alabanzas entre ellos.
Pero !Alto! hubo un tormento en la novia, una pequeña zorra, de la cual ya había sido advertida entró al viñedo.
En el capítulo cinco vemos a esta pequeña zorra de la indeferencia en acción, leamos el versículo 2
Cantares 5:2
Yo dormía, pero mi corazón velaba. Es la voz de mi amado que llama: Ábreme, hermana mía, amiga mía, paloma mía, perfecta mía, Porque mi cabeza está llena de rocío, Mis cabellos de las gotas de la noche.
El novio va de costumbre a tener comunión con ella, porque él la busca, pero ella responde medio dormida y piensa para si misma:
Cantares 5:3
Me he desnudado de mi ropa; ¿Cómo me he de vestir? He lavado mis pies; ¿Cómo los he de ensuciar?
Que respuesta tan triste y que resulta de un corazón atento pero a la vez con cansancio físico, nuestro Señor quiere que estemos completamente despiertas y alertas a su voz.
Ya sea de cualquier forma por el cansancio o por comodidad siempre hay excusas, somos así, nos dejamos fácilmente arrastrar por el pecado y rechazamos muchas veces el llamado del Señor.
A veces estamos tan ocupadas, con sueño no queremos ser molestadas y rechazamos Su invitación, nos sentimos tan limpias que ya no necesitamos escuchar más a nuestro Señor para seguir siendo más purificadas, más santas, nos volvemos tan insensibles e indiferentes a la voz de nuestro Amado. Pablo nos alerta:
Efesios 5:14
Por lo cual dice: Despiértate, tú que duermes, Y levántate de los muertos, Y te alumbrará Cristo.
Aquí él Apóstol Pablo nos compara con los muertos, ocurre en estos tiempos en la esposa de Cristo, en la iglesia y en nosotras como creyentes muy a menudo nos encontramos como lo dije anteriormente medias dormidas, casi muertas y no por estar haciendo algo malo, sino siendo complacientes con nosotras mismas, nos centramos en nuestro yo.
¿Cuántas veces nos hemos comprometido en algún momento de nuestras vidas a no descuidar el amor hacia Él, no descuidar Su presencia y no dejar de amarlo?
Con el pasar del tiempo dejamos nuestro primer amor, lo vamos descuidando, se va enfriando poco a poco, se nos olvida la promesa que le hicimos y pensamos en nosotras sacamos la mirada de Él, estamos bien cómodas con nuestros pies limpios que no queremos ensuciarnos, mientras que Jesús está afuera esperando ser oído.
No queremos ser molestadas o incomodadas, ni hacer sacrificios.
Jesús no invita a permanecer espiritualmente despiertas alertas y vigilantes. Nuestro corazón muchas veces está dispuesto tenemos buenas intenciones de orar de tener comunión con él Señor, pero nos gana el agotamiento físico.
Pero amadas a pesar de todo Dios nos tiene paciencia, nos soporta, persevera y sigue persiguiéndonos.
Él hace que nos levantemos y nos unamos a Él para hacerle frente al cansancio, las circunstancias y a los desafíos.
Recuerdo un escenario en el Huerto de Getsemaní, vemos a nuestro Señor haciendo un llamado a sus discípulos, hacer un esfuerzo para orar, para velar y estar despiertos.
Mateo 26:38
Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo.
Jesús les pide que oren porque él estaba sumamente angustiado, estaba sometido a una presión muy grande, era la hora crucial, era el momento en que las tinieblas empezaron a reinar, prácticamente Jesús entrega el control a Satanás y necesitaba apoyo en oración humanamente hablando para fortalecer Su Espíritu.
Sus discípulos tenían el deseo de orar, tenían buenas intenciones pero su cuerpo estaba tan cansado por la ardua tarea y les ganaba su debilidad, estaban cargados de sueño.
Continuando con el relato del capítulo cinco del Cantar de los cantares, vemos el resultado de haber dado lugar al enemigo, solo basto un pequeño momento para que la zorra haga su travesura, pero cuan importante es el trabajo del espíritu Santo que nos da convicción de pecado.
Ahora vamos a ver como ella reacciona y corre al lado de su amado, pero el ya no estaba:
Cantares 5:6
Abrí yo a mi amado; Pero mi amado se había ido, había ya pasado; Y tras su hablar salió mi alma. Lo busqué, y no lo hallé; Lo llamé, y no me respondió.
Amadas no hay nada peor que la indiferencia y el silencio como respuesta.
Ella reaccionó de su dormitar y salió a buscarlo, pero en la calle y en las tinieblas del mundo fue maltratada.
Cantares 5:7
Me hallaron los guardas que rondan la ciudad; Me golpearon, me hirieron; Me quitaron mi manto de encima los guardas de los muros.
Este es el resultado de abandonar el primer amor, al estar desamparada, desprovista de la protección del Señor.
Ella pedía a gritos volver con el.
Ella lo amaba, en su soledad y esperar volver a él buscándolo por todo lugar, da las mejores alabanzas que la confortaban en medio de la desesperación de no tenerlo con ella.
Entonces debemos estar fortalecidas en él y alertas en todo, siendo humildes y dependientes totalmente en él, sabiendo que sin él nada somos
Pablo nos advierte:
1 Corintios 10:12
Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga.
Amadas hermanas las invito a seguir esforzándonos, pensando siempre que necesitamos de él, no siendo indiferente, no desfallezcan vuestras manos, usemos las armar que nos dejó y continuemos la casería de estás pequeñas zorras que dañan la viña, pues hay recompensa de nuestra obediencia al llamado del Señor.
EN LA RELACIÓN CON EL SEÑOR, LA INDIFERENCIA ES LO QUE NOS SEPARA DE ÉL.
Dios con nosotras!
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