¿HAY ENVIDIA EN TU CORAZÓN?
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Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís.
Que fuerte son estas palabras, pero también es una realidad que pasa en el corazón de toda persona, aun de los creyentes, es un pecado no visible a los ojos de los hombres, pero si muy escandaloso a los ojos de Dios y que se camufla muy bien en el corazón.
Hoy veremos algunos casos en la biblia al respecto, pero antes leamos que dice el diccionario sobre la envidia:
La envidia es un sentimiento de descontento, resentimiento hacia las posesiones, cualidades o logros de otra persona.
Es un emoción humana común que puede conducir a un comportamiento destructivo.
La envidia puede manifestarse de varias maneras, como los celos, la codicia y la amargura.
La Biblia condena la envidia como un pecado que puede conducir a la decadencia espiritual y moral.
Santiago nos exhorta una vez más:
Santiago 3:14 TLA
Pero si ustedes lo hacen todo por envidia o por celos, vivirán tristes y amargados; no tendrán nada de qué sentirse orgullosos, y faltarán a la verdad.
La envidia puede afectar nuestra relación con Dios y con los demás. Puede hacer que nos sintamos resentidas con aquellas que tienen éxito o son bendecidas, llevándonos a codiciar sus posesiones, dones o talentos.
La envidia también puede hacer que nos sintamos descontentas con nuestra propia vida, en lugar de estar agradecidas por lo que tenemos.
Veamos ahora los ejemplos de envidia en la Biblia y cómo pueden enseñarnos sobre los peligros de este pecado.
la Biblia nos enseña que la envidia se trata de un pecado que trae consecuencias lamentables, la envidia fue la causa del primer homicidio de la historia humana.
Caín fue advertido por Dios sobre su pecado pero él se resistió, si hubiera hecho caso a la advertencia de Dios no se hubiera convertido en asesino, es peligroso guardar rencor u odio porque puede ser utilizado por Satanás para hacernos caer en tentación y pecado.
Pablo en Efesios 4:26-27
Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo.
Caín tuvo la oportunidad de evitarlo, Dios le habló personalmente, trató de llevarlo de vuelta al camino de la obediencia, advirtiéndole que tenga cuidado porque el pecado está listo para caer sobre el y destruirlo, sin embargo le dió lugar a lo que le dictó su corazón
Génesis 4:8
Y dijo Caín a su hermano Abel: Salgamos al campo. Y aconteció que estando ellos en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel, y lo mató.
Hermanas la envidia desenfrenada puede llevarnos más lejos de lo que imaginamos, cuando no ponemos un freno a la envidia podemos cometer actos terribles contra los demás.
La historia de Caín y Abel nos enseña que la envidia puede conducir a un comportamiento destructivo y que debemos proteger nuestro corazón contra ella.
Veamos ahora a Saúl, el tenía celos de David cuando escuchó a las mujeres cantar a favor de el, Saúl a partir de ese momento lo consideró su rival, leamos:
1 Samuel 18:7-8
Y cantaban las mujeres que danzaban, y decían: Saúl hirió a sus miles, Y David a sus diez miles. Y se enojó Saúl en gran manera, y le desagradó este dicho, y dijo: A David dieron diez miles, y a mí miles; no le falta más que el reino.
Amadas consideremos esto: Cuando veamos alguna hermana más capaz o más popular o más reconocida y apreciada no perdamos el enfoque, no gastemos las energías en celos, porque ella también es parte del cuerpo de Cristo.
No debe haber competencia en nuestro corazón.
La envidia de Saúl por David reveló un problema profundo de su corazón. Saúl no estaba seguro en su relación con Dios, y su envidia lo llevó a tratar de tomar el asunto en sus propias manos.
La envidia a la popularidad o el éxito hacia otros puede llevarnos a conspirar contra contra esas personas, Saúl lo hizo con David.
La historia de Saúl nos enseña que la envidia puede conducir a un comportamiento destructivo y que debemos confiar en Dios para que nos guíe en nuestras relaciones y nuestras vidas.
La envidia es la raíz que produce otros pecados, cuando no ponemos un freno a la envidia podemos cometer actos terribles contra los demás.
Cuando la envidia anida en nuestro corazón nos lleva a querer tenerlo todo, y cuando no lo podemos conseguir, somos capaces hasta de pelear, matar y promover la guerra contra nuestro prójimo, y aún cuando no cometamos acciones externas las ejecutamos en nuestro corazón.
Jesús en el sermón del monte también advierte a sus seguidores sobre el enojo, leamos:
Mateo 5:22
Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego.
Amadas tengamos cuidado con este pecado.
Otro personaje que tenemos es al Levita Asaf, del cual ya hemos visto su historia en el mensaje anterior, él tuvo envidia de los impíos y de la prosperidad de ellos.
Él lo admite en este salmo, leamos:
Salmos 73:3
Porque tuve envidia de los arrogantes, Viendo la prosperidad de los impíos.
Oh, hermanas mías ¿Cuántas veces nos ha pasado esa fugaz saeta del enemigo?
El problema de Azaf también estuvo en su corazón, era su envidia ese pecado tan escondido y guardado pero a la vez hace un daño tremendo.
Él empezó con la envidia y luego le siguió un descontento y sintió amargura y celos lo cual leudó su corazón a más pecado y a la vez contaminante.
El autor de hebreos nos advierte en:
hebreos 12:15
Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados.
Hermana: ¿Cómo estás tú, con la envidia en tu corazón?
¿está tu corazón con amargura por lo que otros tienen, llámese cosas materiales o espirituales?
La historia de Asaf nos enseña que debemos confiar en todo en Dios.
Hermanas debemos conservarnos puras delante de él y esto solo lo obtendremos cuando vayamos al santuario , al refugio de Dios, porque
necesitamos una limpieza diaria a la luz de su palabra.
Por último veamos la envidia de los fariseos por Jesús, este es un tema qué pasa seguido en los Evangelios.
Los fariseos eran los líderes religiosos de la época y envidiaron la popularidad y las enseñanzas de Jesús. Vieron a Jesús como una amenaza a su autoridad y trataron de desacreditarlo.
La envidia de los fariseos por Jesús tambien reveló un problema muy profundo en sus corazones y fue notoria ante los judíos y ante los ojos de Poncio Pilato.
Mateo 27:18
Porque sabía que por envidia le habían entregado.
Los fariseos estaban más preocupados por su propio poder y estatus, que por la verdad de la palabra de Dios.
Su envidia los cegó a la verdad y los hizo rechazar a Aquel que vino a salvarlos. La historia de los fariseos nos enseña que la envidia puede cegarnos a la verdad y que debemos buscar la voluntad de Dios por encima de nuestros propios deseos.
Superar la envidia requiere un cambio de corazón y la voluntad de rendir nuestros deseos a la voluntad de Dios, humillandonos al señorío de Cristo y dejar que el Espíritu Santo controle nuestros corazones.
Debemos reconocer que la envidia es un pecado y que nos puede alejar del plan de Dios para nuestra vida. En lugar de centrarnos en lo que nos falta, debemos centrarnos en las bendiciones que Dios nos ha dado y estar agradecidas por ellas.
Amadas hermanas veamos la seriedad de lo que dice la Biblia sobre la envidia, no lo hagamos común, siendo permisivas con este pecado, ya que es una grave ofensa ante los ojos de Dios
LA ENVIDIA ES UNA REBELIÓN DIRECTA CONTRA DIOS, ES LA DEMOSTRACIÓN DE UN CORAZÓN INGRATO.
¡Dios con nosotras!
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