UNA VIDA FRUCTÍFERA
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UNA VIDA FRUCTÍFERA Juan 15:16
No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé.
Cómo vemos mis amadas hay un llamado a dar fruto y que este perdure, para que la petición que hagamos sea concedida.
Al dar fruto, Dios será honrado con nuestra obediencia y así demostraremos que realmente el Espíritu Santo mora en nosotras.
¿Cómo podemos tener una vida fructífera?
Hoy veremos a hombres que dieron fruto a través de sus vidas y que al transcurrir los años dejaron una enseñanza para nosotras.
La vida de José hijo de Jacob, fue inmensamente fructífera, pero el fruto de el, tuvo un precio.
Al principio, no parecía que su vida fuera fructífera, ya que ue vendido como esclavo, pasó por la traición, la esclavitud, el encarcelamiento y un gran sufrimiento.
Sin embargo, en todo ello permaneció fiel. La razón de la fidelidad de José era que confiaba en que Dios tenía el control, incluso en los momentos malos que ayudó a desarrollar su carácter y demostrando un tipo de Jesús.
El resultado de todas sus aflicciones fue el fruto, sino leamos como José le responde a sus hermanos autores de su dolor:
Génesis 45:5
Ahora, pues, no os entristezcáis, ni os pese de haberme vendido acá; porque para preservación de vida me envió Dios delante de vosotros.
La vida de Pablo también sin duda fue fructífera en la historia del mundo.
Un siervo de Dios, que durante el tiempo de su vida enriqueció a muchos espiritualmente y sigue haciéndolo hasta el día de hoy.
El fruto de la vida de Pablo ha durado dos mil años y durará hasta la eternidad.
Como José, el fruto de Pablo también tuvo un precio.
Él soportó: sufrimientos, privaciones, angustias; azotes, cárceles, tumultos; trabajos pesados, desvelos, hambre. deshonra y mala fama.
Al ver la vida de Pablo debemos sentirnos desafiadas.
También Pablo en medio de todo esto permaneció fiel en constancia y bondad en el Espíritu Santo.
El encontró tesoros escondidos y nos dejó en una de sus cartas uno de los más bellos: el fruto del cristiano que los produce el Espíritu Santo, para sacarlo y exhibirlo en nuestra vida y son estos:
Gálatas 5:22-23
Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.
¿Estás dando estos frutos?
Amadas el Espíritu Santo es quien produce la fecundidad en nuestras vidas permaneciendo en él y siendo fieles, de lo contrario seremos infructuosas.
Ahora veamos a Jesús, él como hombre al venir a esta tierra, la Biblia nos enseña que es la Rama y la Vid verdadera.
Juan 15:1
Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador.
Jesús es el que es totalmente fiel y fructífero por encima de cualquier ser humano incluso de José o Pablo.
Jesús nos ordena a ser parte de su viña, a permanecer cerca de él y a dar mucho fruto, un fruto permanente.
Juan 15:8
En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos.
Para que nuestra vida sea fructífera tenemos que permanecer fiel a Dios en los momentos difíciles. Es relativamente fácil serle fiel a Dios cuando todo sale bien en la vida.
Graba esto hermana: dar fruto no quiere decir tener bienes, posesiones a algo material adquirido para disfrute ni aún, ganar almas para Jesús en masas.
Dar fruto en la vida espiritual se trata del carácter, de la madurez, de llegar al punto de ser como Jesús.
Jesús da otra enseñanza en un momento especial, en un Monte rodeado de sus seguidores y discípulos, les hablo sobre el carácter del discípulo y que serían bienaventurados por ser:
Pobres de espíritu, si lloraban por su pecado y por los de otros, si eran mansos, si tenían hambre y sed de Su palabra, si eran misericordiosos, si tenían un corazón limpio, si eran pacificadores, si sufrían a causa de Su nombre.
Esto lo encontramos en Mateo 5:1-11
Está enseñanza fue notable y fundamental para sus discípulos, ellos junto a Jesús crecían en carácter y madurez, dando como resultado el ansiado fruto.
¡Ellos estaban junto a Jesús!
Amadas no es casualidad que sean nueve las bienaventuranzas que enseño Jesús y nueve los frutos del Espíritu Santo que menciona Pablo.
Ahora tu vida puede ser inmensamente fructífera, porque el Espíritu Santo vive dentro de ti. Eres templo del Dios viviente:
1 Corintios 3:16
¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?
Si queremos llevar mucho fruto,
necesitamos morir diariamente, morir a nosotras mismas y a todo lo que nos distrae de lo importante, morir a todo lo que impida dar fruto, hacer un sacrificio para que nuestra vida, en última instancia, tenga un valor perdurable llena de fruto.
Jesús dijo:
Juan 12:24
De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto.
Está declaración lo hizo poco antes de ir a la Cruz refiriéndose a su muerte en la cruz.
Después de saber esto, podemos ver lo que se logró por medio de Jesús, quien era el verdadero retoño del Señor. Jesús es la Rama de la viña de Dios. Nosotras somos las ramas de la viña de Jesús
La fructificación viene de la cercanía a Jesús
Dios te ama y quiere que permanezcas cerca de Él. Quiere que seas una rama de Su viña que produzca fruto.
Entonces:
¿Estarías dispuesta a practicarlo y como resultado reflejar a Cristo de manera práctica a alguien cerca de ti?
Un poquito antes de Jesús hubo un hombre quien le preparó el camino, le abrió paso, era Juan su primo, quién también habló de los frutos dignos de arrepentimiento, Los frutos que hablaba Juan eran sobre el comportamiento del hombre, no extorsionar, no calumniar, ser honestos y compasivos los unos con los otros, Juan reveló el justo juicio de Dios para los infructuosos:
Lucas 3:9
Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto se corta y se echa en el fuego.
En síntesis mi amada, si estamos cerca de la vid verdadera que es Jesús recibiremos de su savia que es Su Espíritu Santo para dar fruto al treinta, al sesenta y al ciento por uno, fuera de la rama seremos infructuosas y no serviremos, Jesús nos dice:
Juan 15:5
Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, este lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.
¡Amén!
LA MUJER QUE ESTA LLENA DE DIOS, VA A MOSTRAR EL FRUTO DEL ESPÍRITU SANTO.
¡Dios con nosotras!
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