¡VETE Y NO PEQUES MAS!

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¡VETE Y NO PEQUES MAS!
Colosenses 1:13
El cual nos ha librado de la 
potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.

Es satisfactorio y un deleite sentirnos rescatadas por nuestro Señor de la oscuridad en que vivíamos, y nos llevó a ser partícipes de el reino de su Amado Hijo,.
Jesús ha hecho la paz con Dios mediante su sangre que derramó en la cruz, nos ha reconciliado con el Padre, ahora somos santas a sus ojos, sin tacha y libres de toda acusación.

Hoy veremos una historia de una mujer que también tuvo ese gozo de la salvación, en un encuentro a solas con Jesús donde las dos miradas se juntaron:
La de Jesús y una mujer condenada por los religiosos de ese tiempo.
Esta historia se asemeja a la mía y a la tuya es una historia de Redención.
Vamos a la historia:
Vemos a Jesús regresando por la mañana al templo, después de haber estado en el monte, en un largo y extenso tiempo con su Padre, él se disponía a enseñar pero de pronto algo sucede:
Juan 8:3-5 dice lo siguiente 
Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio, le dijeron Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿Qué dices?
Los escribas y los fariseos eran sectas religiosas.
Los fariseos dominaban las Escrituras, eran separatistas, se jactaban de su estricta observancia de la ley de Moisés y del cuidado con que evitaban todo contacto con los gentiles, totalmente legalistas y religiosos.

Al llevar a esta mujer sorprendida en pecado delante de Jesús, vemos que actúan como si se tratara de un espectáculo público, la trataron sin misericordia ni delicadeza ya que en ese tiempo las mujeres eran discriminadas, ellas solo tenía deberes pero no derechos.
Pero Jesús vino a reivindicarlas y devolverle su honor, valorándola y aceptándola en su ministerio, como discípulas.

Los fariseos empezaron a describir los detalles de su pecado a Jesús y le mencionan una de sus leyes sobre el adulterio junto a su condena, como si Jesús no lo supiera:
Deuteronomio 22:22
Si fuere sorprendido alguno acostado con una mujer casada con marido, ambos morirán, el hombre que se acostó con la mujer, y la mujer también; así quitarás el mal de Israel.

Estos religiosos legalistas parecían estar disfrutando de ese momento, aunque tenían un tribunal, el sanedrín para sus juicios. Llevaron a la mujer hasta Jesús para obligarle a que la juzgara, haciéndole una pregunta con mucha sutileza ya que ellos siempre buscaban encontrar algo para acusar a Jesús:
Juan 8:6
Mas esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo.

En realidad estaban obligando a Jesús a elegir entre la misericordia y la justicia. Ellos sabían que Jesús siempre se había caracterizado por su compasión hacia los pecadores.
Solo utilizaron a esta mujer como carnaza humana con la que intentar prender a Jesús.
Por otro lado si condenaba a la mujer e incitaba a los Judíos apedrearla tal como la ley Judía indicaba, esto también le crearía problemas con las autoridades Romanas, que no permitía a los Judíos ejecutar a nadie.
Miremos lo que dice Pilato a los Judíos cuando Jesús estaba en su palacio antes de ir a la cruz.
Juan 18:31 
Entonces les dijo Pilato: Tomadle vosotros, y juzgadle según vuestra ley. Y los judíos le dijeron: A nosotros no nos está permitido dar muerte a nadie.
Estaba claro que querían acorralar a Jesús, pues ellos esperaban que mostrará hacia la mujer adultera, la misma misericordia que le había caracterizado durante todo su ministerio público.
Parecía que los escribas y fariseos habían preparado su trampa con mucha precisión, dijera lo que dijera ellos tendrían la ocasión de acusarle, pero ignoraban que Aquel a quién ellos querían atrapar, era el mismo Hijo de Dios quien conoce los pensamientos y que frustra los designios de los perversos.
Ahora Jesús les ignora y reacciona guardando silencio y se inclina a mirar al suelo.
Jesús ya le había dicho anteriormente que no vino a condenar.
Juan 3:17
Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.
Mientras el Señor callaba, hizo algo que ha despertado la curiosidad de muchos cuando
Él sólo escribía.
¿Qué es lo que escribía Jesús?
La Biblia no lo dice y sería especular al respecto, solo diré que quizás simplemente escribía con el fin de dejar pasar el tiempo y ver alguna reacción de parte de aquellos judíos religiosos y simplemente Jesús rehusó servirles de juez.
Continuemos:
Juan 8:7-8
Y como insistieron en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra.

A la insistencia de los fariseos, Jesús les responde directo a su corazón, a su conciencia perversa y les va a mostrar cómo debería ser llevado a cabo un juicio justo.
Es importante notar que el Señor no dijo que la mujer no hubiese pecado, lo que hizo fue recordar a sus acusadores que no eran ellos quienes podían acusarla, porque había una dudosa reputación de su propia vida y distaban mucho de ser puras.
Los fariseos se sentían a salvo bajo su capa de religiosidad. 
Ellos se creían libres de pecado y que no tendrían motivo de pasar por el juicio de Dios.
Jesús volvió a inclinarse de nuevo hacia el suelo y siguió escribiendo, dándoles tiempo a estos fariseos a solas con su conciencia y se examinasen a sí mismos.
Pero el orgullo religioso ganó y salieron de el lugar, miremos:
Juan 8:9
Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio.

Amadas muy pronto los escribas y fariseos empezaron a sentirse incómodos y salieron uno a uno.
No soportaron permanecer por más tiempo con la conciencia al descubierto ante la luz de Cristo:
También de esto Jesús ya les había hablado:
Juan 3:20
Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas.

Así pues, aunque pensaron que su plan para atrapar a Jesús era perfecto, una vez más fueron ellos mismos quienes quedaron avergonzados y tuvieron que irse.
Jesús al verse solo con la mujer le va a mostrar a ella misericordia:
Juan 8:10
Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿Dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó?

Si notamos vemos que la mujer no salió corriendo cuando vio marchar a los fariseos y los escribas. 
Me imagino a ella temblando ante la presencia del Dios santo, Jesús no tenía pecado y, por lo tanto, estaba en condiciones de arrojar la primera piedra, pero no lo hizo.
Ella estaba a solas con su Salvador.
Y como Jesús acostumbra, da la iniciativa y con sus preguntas le da confianza a ella, él quiere que con él se sienta segura, sus enemigos han retrocedido por qué Jesús estaba con ella.
La mujer entonces descubre que con él, hay perdón para los pecadores que se arrepienten.
Ella no presentó excusa alguna para su pecado, no intentó justificarse.
La mujer entendió inmediatamente lo que significa la gracia que libera al culpable de la condenación.
Amadas sepamos que la misericordia de Dios siempre va ligada con su justicia.
Dios no puede obrar en contra de su propia naturaleza, y él es tanto justo como misericordioso.
Ella temblorosa va a responder sus preguntas a u Jesús.
Juan 8:11
Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más.
Oh amadas que gratificante habrá sido para ella escuchar lo que le dijo el Señor, sintió libertad y un peso que caía de ella.
Cuando Jesús nos perdona, nos hace libres.
Eso lo diría más adelante a sus seguidores y discípulos:
Juan 8:36
Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.

Además hermanas después de ser liberadas hay una advertencia: de no ser indiferentes al pecado, ya que esté, estará siempre delante nuestro.
Por eso vemos que Jesús después de perdonarla le pide inmediatamente que debía abandonar su vida pecaminosa, le dice que se fuera pero que no peques más.
La misericordia de Dios no da licencia para el pecado. El perdón gratuito nunca debe ser interpretado como una invitación para seguir pecando, sino para todo lo contrario.
Recordemos una advertencia similar que hizo Jesús a un paralitico en Bethesda cuando lo sano:
Juan 5:14
Después le halló Jesús en el templo, y le dijo: Mira, has sido sanado; no peques más, para que no te venga alguna cosa peor.

Amadas, abandonar el pecado es la esencia misma del verdadero arrepentimiento. No vale de nada ante los ojos de Dios ese arrepentimiento que únicamente consiste en palabras.

JESÚS NOS DA SU PERDÓN, NOS LIERTA, NOS JUSTIFICA, NOS SALVA, PARA VIVIR EN SANTIDAD.

¡Dios con nosotras!


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