UNA MARAVILLOSA RESPUESTA

UNA MARAVILLOSA RESPUESTA

Salmos 142:1-2
Con mi voz clamaré a Jehová; Con mi voz pediré a Jehová misericordia. Delante de él expondré mi queja; Delante de él manifestaré mi angustia.

Hoy en las Escrituras vamos a ver la historia de una mujer que derramó su alma ante Dios para recibir un milagro.
Había un hombre llamado Elcaná que tenía dos esposas. Una se llamaba Ana, y la otra Penina. Penina tenía hijos, pero Ana no.
Cuando cada año subían al templo a adorar y ofrecer sacrificio, siempre Elcana le daba una porción especial de alimentos a Ana porque era la esposa que él amaba, aunque ella era estéril.
Ahora en esa época era vergonzoso no tener hijos, las mujeres eran humilladas.
Cómo lo hizo Penina la otra esposa de Elcana siempre molestaba a Ana y la hacía sentir mal porque el Señor no le permitía tener hijos.
Es casi inevitable que a veces en nuestras vidas sintamos el alma llena de amargura por alguna angustins o humillación.
Ana lloraba y dejó de comer por su afrenta y tribulación.
1 Samuel 1:8
Y Elcana su marido le dijo: Ana, ¿por qué lloras? ¿por qué no comes? ¿y por qué está afligido tu corazón? ¿No te soy yo mejor que diez hijos?

Ana no era comprendida por su marido, cómo esposas anhelamos el fruto del amor y tener hijos, si bien es cierto que los esposos llenan nuestros vacíos, no se compara con la alegría de un hijo, somos bienaventuradas al llenar la casa de ellos y felices por tal herencia.
Salmos 127:3
He aquí, herencia de Jehová son los hijos; Cosa de estima el fruto del vientre.

Entonces nunca permitas que el rencor se coma tu corazón; más bien como Ana, derrámalo ante el Señor, 
1 Samuel 1:10
ella con amargura de alma oró a Jehová, y lloró abundantemente.
No hay nada más liberador que derramar nuestra alma ante el Señor y decirle cuáles son nuestros problemas, en lugar de cargarlos una misma y así con el alma quebrantada exponer nuestros anhelos, deseos o quizás quejas, pedirle la solución, y luego recibir Su paz.
Filipenses 4:6-7
Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.

En la acción de Ana vemos una imagen hermosa de una oración sincera desde la profundidad del alma. 
Como Ana estuvo orando largo rato ante el Señor, el sacerdote Elí se fijó en su boca, sus labios se movían, pero, debido a que Ana oraba en voz baja, no se podía oír su voz.
1 Samuel 1:12-13
Mientras ella oraba largamente delante de Jehová, Elí estaba observando la boca de ella. Pero Ana hablaba en su corazón, y solamente se movían sus labios, y su voz no se oía; y Elí la tuvo por ebria.
Ana oraba intensamente con el espíritu abatido y labios temblorosos, estaba profundamente angustiada, tanto que Elí pensó que estaba borracha, pero no fue así ella era solo una mujer atribulada que fue a desahogarse delante del Señor.
¿Has pasado tiempo así orando debido a tu angustia o aflicción? 
Sigamos...
Entonces el sacerdote Eli al escuchar la explicación que Ana le da, diciéndole que no era una mujer impia él la despide bendiciendo su vida.
1 Samuel 1:17
Elí respondió y dijo: Ve en paz, y el Dios de Israel te otorgue la petición que le has hecho.

El alivio de la angustia de Ana llega mucho antes de que realmente vea la respuesta a su oración, porque al marcharse, su rostro ya no estaba abatido, se fue a comer, desde ese momento, su semblante cambió.
1 Samuel 1:18
Y ella dijo: Halle tu sierva gracia delante de tus ojos. Y se fue la mujer por su camino, y comió, y no estuvo más triste.
¡Qué maravilloso saber que Dios fortalece en medio de la oración!
En lo más profundo de su ser Ana sabía que Dios había escuchado su oración y, de hecho, el Señor se acordó de ella:
1 Samuel 1:19
Y levantándose de mañana, adoraron delante de Jehová, y volvieron y fueron a su casa en Ramá. Y Elcana se llegó a Ana su mujer, y Jehová se acordó de ella.
Que satisfactorio es cuando Dios oye y responde nuestras oraciones a favor de nosotras.
Sabes Dios siempre responde, a veces con un si o a veces con un no, porque sus respuestas son según sus propósitos.

Pasado el tiempo Ana después de destetar a Samuel su hijo fue al templo a cumplir con sus votos, ella fue a dejar la mitad de su vida, por quién tanto oro.
1 Samuel 1:26‭-‬28 
Y ella dijo: ¡Oh, señor mío! Vive tu alma, señor mío, yo soy aquella mujer que estuvo aquí junto a ti orando a Jehová. Por este niño oraba, y Jehová me dio lo que le pedí. Yo, pues, lo dedico también a Jehová; todos los días que viva, será de Jehová. Y adoró allí a Jehová.
Ana tuvo que renunciar a su hijo. Samuel tuvo que irse a vivir con un sacerdote mayor y sus dos hijos malvados.
En realidad, lo que Ana no sabía es que su obediencia iba a ser premiada, Dios hizo más que responder su oración. No solo le dio el niño que anhelaba, sino que dio a luz un total de seis hijos.
1 Samuel 2:21
Y visitó Jehová a Ana, y ella concibió, y dio a luz tres hijos y dos hijas. Y el joven Samuel crecía delante de Jehová.

Y así vemos mientras tanto, que el niño Samuel seguía creciendo y ganándose el aprecio del Señor y de la gente  por la oración que había hecho Ana.
1 Samuel 2:26
Y el joven Samuel iba creciendo, y era acepto delante de Dios y delante de los hombres.
¡Que maravilloso ver la fidelidad con Ana!

El fruto del amor de Ana, su hijo Samuel, más adelante sería un siervo de Dios que se convirtió en el primer profeta y actuó como el último juez de Israel durante toda su vida, fue usado por Dios para lograr quitar todos los dioses extranjeros, restaurando la adoración al Señor.

Ana no dudo al dejar a su hijo para el servicio de Dios, quizás en su corazón ella guardaba promesas que Dios le dio, luego agradece y ofrece un cantico a su Señor con alabanza por la oración contestada, lo puedes leer en 1 de Samuel capitulo 2 versículos del 1-10 
Pero lo sorprendente del cantico de Ana es que la fuente suprema de su gozo no estaba en su hijo, sino en el Señor, que es Él, la fuente de la satisfacción de su alma.
Entonces digamos como Ana:
1 Samuel 2:2
No hay santo como Jehová; Porque no hay ninguno fuera de ti, Y no hay refugio como el Dios nuestro.

Amadas aprendemos de la oración de Ana que es una real demostración de la satisfacción del alma que ella experimenta a través de su relación con Dios, siempre debemos dar gracias por las respuestas extraordinarias a cada oración cuando derramamos nuestra alma a nuestro Señor.

AL DERRAMAR NUESTRA ALMA A DIOS, LE MOSTRAMOS NUESTRA CONFIANZA, SIENTIENDO SEGURIDAD DE RECIBIR UNA MARAVILLOSA RESPUESTA.

¡Dios con nosotras!

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