Las tormentas de la vida

Canal de YouTube
Isaías 54:11 
Pobrecita, fatigada con tempestad, sin consuelo; he aquí que yo cimentaré tus piedras sobre carbunclo, y sobre zafiros te fundaré.

Amadas como están? Las saludo con la paz de Jesucristo. 
La vida esta llena de altos y bajos y situaciones difíciles que nos hacen sentir fatigadas y sin consuelo, a veces por tratarse de una pérdida emocional o laboral.
Ya sea cual fuera en la tormenta este versículo nos alienta a buscar consuelo en dios  quien nos quien nos promete cimentar nuestras piedras sobre carbunclo y zafiros.

Este versículo de Isaías es una de las tantas metáforas en la Biblia, buscando encontré que las piedras, el carbunclo y los zafiros son elementos comunes en la cultura bíblica antigua, cada uno tiene un significado profundo y simbólico: el carbunclo es una piedra preciosa de color rojo oscuro, simboliza la sangre y la pasión de Cristo, en contraste el zafiro es una piedra azul que representa la paz y la justicia divina.
Cobra sentido a leer este significado porque vemos que es una sombra de la redención aquí 
Entonces al cimentar Dios nuestra vida sobre estas piedras preciosas por así decirlo, estamos siendo garantizadas por Dios de nuestra seguridad y estabilidad en medio de cualquier tormenta o adversidad.
A menudo cuando enfrentamos tormentas en nuestra vida, nuestra fe es puesta a prueba.

Amadas la adversidad y las tormentas son el terreno donde nuestra fe crece, él está trabajando a nuestro favor y para nuestro bien en cada desafío.

Hoy nos acompaña nuestra amada hermana Evelyn para enseñarnos sobre estas tormentas de la vida, adelante hermana:

Hermanas Dios las bendiga otra vez juntas por De medio hoy veremos unas historias donde nos identificaremos muchas de nosotras y nos veremos reflejadas en la vida de los discípulos que pasaron momentos de tormenta junto a Jesús.

Nuestra vida cristiana es una montaña rusa constante llena de altos y bajos.

Cuando nos encontramos en medio de una tormenta, es fácil caer en la desesperación y sentirnos abrumadas, porque las tormentas son desafíos que enfrentamos en la vida diaria.

Empiezo nuestra primera historia diciendo que:
Jesús llamo a sus discípulos a subir a una barca, ellos van a empezar a conocer con quién caminaban.
En Mateo 8:23 dice:
Y entrando él en la barca, sus discípulos le siguieron. 

Sabemos que transitar está vida no siempre es color de rosa por ello,
Jesús nos ha llamado también a nosotras a subir a la barca para que junto a él, enfrentemos las adversidades que podrían venir.

Ahora ya estamos en la barca, está quizás pueda representar, nuestro trabajo, nuestra casa, quizás nuestra propia congregación o cualquier lugar que represente enfrentar situaciones difíciles y adversas.

Sepamos que las tormentas no tienen fecha de llegada, vienen repentinamente, las tormentas de la vida aparecen sin advertencia previa.
Pero si estamos en la barca junto a 
Jesús veremos qué no debemos preocuparnos porque, el es el gran Almirante del mar, el capitán de la barca y Señor de la tormenta.

Es agradable y seguro navegar con Jesús, aunque sea en un pequeño barco. Aunque navegar con él también implica el mal tiempo, pues grandes tormentas pueden sacudir el barco que lleva al Señor mismo.

Ahora bien, Jesús estaba en la barca con sus discípulos durmiendo cuando de repente, se levantó en el lago una tormenta tan fuerte que las olas inundaban la barca, en:
Mateo 8:24 
Y he aquí que se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca; pero él dormía.

Es normal sentir pánico durante las tormentas ¡ciertamente así ocurre conmigo!. 
En ocasiones pareciera que Jesús está realmente está dormido.

Del mismo modo no esperemos que el mar sea menos tormentoso alrededor de nuestra barca, estaremos satisfechas sí viajamos con él.

Nosotras así como los discípulos hemos caído en el temor cuando estamos en la barca en medio de una tormenta, este temor nos invade repentinamente, seamos honestas y aceptemos que es así.
Jesús nos advirtió que no sería fácil subir y permanecer en la barca.

Aunque las olas movieron la barca con él, también se moverá para nosotras.

Probablemente los discípulos estaban acostumbrados a las tormentas del mar de Galilea; el lago era conocido por sus tormentas repentinas, que agitaban las aguas y generaban olas de seis metros de altura. No obstante, esta tormenta debe haber sido particularmente grave porque los discípulos asustados despertaron a Jesús y dijeron: ¡Nos vamos a ahogar!

Mateo 8:25 
Y vinieron sus discípulos y le despertaron, diciendo: ¡Señor, sálvanos, que perecemos!

Notemos acá la actitud de nuestro Señor Jesús, el gran Almirante de nuestra barca, 
¡El dormía!

No porque estaba desinteresado o no tenía compasión, no amadas, él es el Dios de las tormentas, en sus manos está el control de todo, el descanso de Jesús nos demuestra Su quietud, Su calma y Su paz.

¡Oh amadas cuánto nos falta aprender de él!

Dios, no nos da una vida carente de problemas ni responde a todas nuestras preguntas, pero nos asegura que Él está con nosotras en nuestras dificultades y afortunadamente podemos clamar, como hicieron ellos: ¡Señor, sálvanos!

Hermanas estamos en la barca, y estamos en su compañía, vemos Sus obras y maravillas, pero como dije anteriormente, el temor inunda nuestro corazón, y olvidamos a quien tenemos al lado, tenemos que trabajar en ello leyendo Su palabra.

Para nuestro Señor la fe es importante en cada creyente, y a veces el permite tormentas para que está se desarrolle.

A continuación Jesús les hace una pregunta que tal vez suena como una exhortación, leamos 
Mateo 8:26 
Él les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza.

Amadas a mi parecer Jesús hizo esa pregunta para que ellos se puedan examinar si estaban en la fe, como se nos manda a nosotras, Jesús conocía  su condición, se acuerda que son polvo, que están llenos de miedo, ellos son débiles y él se compadece y da una orden a los mares y llega la calma.

¡Así es nuestro Señor!

¿Has sentido miedo alguna vez en medio de una feroz tormenta?

Hermanas, por otro lado estando en la tormenta también pareciera que Jesús sólo es un fantasma, nos asusta o angustia pasar una tormenta, se estremece nuestro espíritu y corazón, pareciera que vemos fantasmas que nos asechan.
Esto lo vemos en nuestra segunda historia, una escena similar de los discípulos con Jesús en medio de una tormenta, la única diferencia es que en este caso Jesús estaba fuera de la barca, él caminaba por el mar.
Mateo 14:26 
Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: ¡Un fantasma! Y dieron voces de miedo.

Estando en la tormenta los días se hacen largos, vemos pasar las horas, quizás días y nada sucede, no hay calma, la tormenta se embravece más, la tormenta está con furia, pareciera que no vamos a salir bien de lo que nos está pasando, tenemos miedo si, admitimos, somos débiles aún, nos desesperamos y no hay otra salida, sólo pedir Su ayuda cuando nos estamos ahogando en el mar al igual que Pedro, en
Mateo 14:30 
Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame!

Pedro camino en el mar algunos pasos, todo iba bien hasta que, el saco la mirada de Jesús y empezó a mirar la tormenta, las circunstancias y esto lo llevo a la ruina.

Lo hermoso de nuestra vida cristiana es que el Almirante del mar está a nuestro lado y responde a nuestro clamor de ayuda y es allí entonces que la gracia de Dios viene a nuestro rescate, esa gracia que nos fue dada sin nada a cambio, junto a ella viene la misericordia del Señor, que es una muestra de Su gran amor por nosotras.
Hay un salmo que lo dice:
Salmos 107:28-30 
Entonces claman a Jehová en su angustia, Y los libra de sus aflicciones. Cambia la tempestad en sosiego, Y se apaciguan sus ondas. Luego se alegran, porque se apaciguaron; Y así los guía al puerto que deseaban.

Que maravillosa verdad que escribe el salmista, el mismo Dios del Antiguo Testamento es el mismo del Nuevo Testamento.
Pero muy a menudo olvidamos eso, nos desesperamos, como Pedro y perdemos de vista al Señor.

Lo que aprendemos de Pedro aquí es que en momentos de adversidad debemos recurrir a la oración, y
Jesús inmediatamente responderá al grito de auxilio.

Ahora continuando con la lectura, vemos que Jesús nuevamente hace una reprensión a Pedro por la falta de fe, leamos el
versículo 31 de Mateo 14:
Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?

Amadas la falta de fe nos lleva actuar llenas de temor y él sabe que dudamos pero no nos deja, él vino a salvarnos y nos extiende Su mano de amor.

Jesús desea que no dudemos nunca más de él. Él siempre está, nos anima a confiar en él, en Su poder y en Su soberanía.

En otro evangelio Marcos, dice que cuando Jesús caminaba por el mar, les dijo a sus discípulos que estaban llenos de temor lo siguiente:
Marcos 6:49-50 
Viéndole ellos andar sobre el mar, pensaron que era un fantasma, y gritaron; porque todos le veían, y se turbaron. Pero en seguida habló con ellos, y les dijo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis!

La respuesta natural ante las tormentas de la vida es dudar y temer. Jesús dice que la respuesta a las tormentas debe ser la confianza.

La palabra temor es una palabra recurrente en la Biblia, Dios una y otra vez no llama a no tener miedo porque nuestro Capitán va delante de nosotras, él es capaz de calmar la tormenta y eso es justamente lo que hizo. Él mostró control sobre los elementos naturales, los vientos y las olas le obedecieron y todo quedó quieto.

Alguien dijo una vez:
"El hombre sabio en la tormenta ora a Dios, no por la seguridad del peligro, sino por la liberación del miedo"

Amadas él calmará tus tormentas, porque él las ha experimentado todas, Él promete en:
Juan 14:27
La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón ni tenga miedo.

Ahora si estamos pasando alguna  tormenta, conflictos, problemas, adversidades, pidámosle ayuda a nuestro señor, de él viene nuestro pronto auxilio, viene nuestro socorro.
En Salmos 46:1-3 
Dios es nuestro amparo y fortaleza, Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida, Y se traspasen los montes al corazón del mar; Aunque bramen y se turben sus aguas, Y tiemblen los montes a causa de su braveza. 

Hermanas es necesario reconocer nuestra falta de fe en medio de la tormenta e ir en busca de ayuda, si dudamos pidámosle también que hoy nos ayude en nuestra incredulidad.

No está mal reconocer nuestras debilidades al Señor, porque es allí cuando él actúa, seamos honestas, pidamos ayuda y digámosle:
¡Señor yo no puedo, sálvame!

También muchas veces nos falta sabiduría para saber cómo actuar en estos trágicos momentos tormentosos, es necesario y de suma importancia pedirla y aferrarnos a esa sabiduría, que se nos dará sin reproche si le pedimos con fe al Señor, amadas debemos adquirir sabiduría.

La iglesia es el navío, del capitán Jesús, sigamos su estela, su rastro, observemos sus señales, guiémonos por su carta de navegación que es Su palabra, mientras él, esté entre nosotras en nuestra barca en medio de una tempestad o calma, nos guiará con seguridad al puerto deseado.
Isaías 25:4 
Porque fuiste fortaleza al pobre, fortaleza al menesteroso en su aflicción, refugio contra el turbión, sombra contra el calor; porque el ímpetu de los violentos es como turbión contra el muro.

Amadas la tormenta no dura para siempre, detrás de ella está el sol que aparecerá y empezará un nuevo día y como nuestro Señor nos promete: que él se levantara y reprenderá a la tormenta y entonces habrá bonanza, calma y los vientos cesarán.

El Señor, no nos manda una tormenta duradera, la tormenta que pasemos solo será parte de una preparación de nuestro carácter y así tener capacidad para la próxima tempestad o adversidad que vendrá, para ese entonces ya estaremos preparadas para conquistar junto a nuestro Almirante del mar y capitán del poderoso navío.

Entonces lo que aprendemos de estás historias es que, las tormentas nos sacan algo que los mares tranquilos no lo hacen.
Nos muestran de que estamos hechas, nuestra verdadera condición se ve al descubierto.
Las tormentas de la vida son necesarias para conocer más a Dios.

puedes decir conmigo:
¡GLORIA A DIOS POR LAS TORMENTAS!

Amadas para finalizar digo que en tiempos de tormenta, la oración es el arma fundamental para fortalecer nuestra fe, la comunión con el Padre mientras pasa la tormenta es esencial para nuestra alma, nos da la fuerza que necesitamos para superar cualquier desafío.

Ora conmigo:
Señor, gracias porque en todas las tormentas de la vida puedo clamar: ¡Señor, sálvame! Ayúdame a confiar y depender totalmente en ti en esos momentos de adversidad y no tener miedo.
¡Amén!
Que el poder de Dios haga de nuestros corazones un ancla, que este aferrado a Jesús, a su timón, a su faro, a su bote salvavidas y a su puerto.

 LAS TORMENTAS SON TEMPORALES, PERO LA FE QUE DESARROLLARAS DESPUES DE ELLAS, SERÁ ETERNA.

¡Dios con nosotras!

Comentarios

Entradas populares de este blog

VASIJAS LLENAS DE DIOS

El plan perfecto

VESTIDAS DE SU JUSTICIA