El poder de la reconciliación

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El poder de la reconciliación

Efesios 4:32
Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.
Queridas hermanas Dios las bendiga nuevamente con ustedes, es un privilegio poder compartir la palabra de Dios.

En el versículo que hemos leído vemos que el Señor está interesado en que vivamos amistadas, y que practiquemos la bondad y la misericordia como Dios lo hizo con nosotras, ser cristiana no implica que todo estará bien y que todas las relaciones serán excelentes. Me temo que es así, porque las congregaciones están llenas de hombres y mujeres imperfectas que actuaremos sin querer muchas veces ofendiendo e hiriendo quizás por falta de madurez o simplemente porque somos humanas y nos vamos a equivocar, por ello Pablo dejó escrito este versículo en su carta a una de las iglesias de Efeso.

Hermanas espero estén siendo edificadas con estos mensajes que para algunas les lleva a que su fe crezca (ese es nuestro propósito) y para otras les ayuda a conocer más a Dios para volver a él.
Por ello le pido a Dios que este mensaje sea de ayuda para ti y para las mujeres en general que leen o escuchan.

Amadas la reconciliación es limpiar la corrupción, el mal pensamiento que ha estado enfermando nuestra mente, el poder de la reconciliación debe ser más fuerte que la venganza, el odio y la enemistad.
Cuando uno se reconcilia con alguien es asombroso lo que pasa en ambos corazones, es como haber hecho una limpieza en nuestro sistema nervioso, es como superar una fiebre prolongada.
Sin embargo para que la reconciliación ocurra los que están distanciados empiezan a hablar, dejan a un lado el orgullo y el resentimiento, piden perdón y las aceptan, y recuperan la confianza. 
El perdón tiene un efecto asombroso, alguien dijo que el perdón es como arrebatar un arma de la mano de la otra persona y la biblia dice en: Proverbios 17:9 PDT
El perdón restaura la amistad, el rencor la termina.

También la reconciliación implica buscar una solución a un conflicto, una pelea, un desacuerdo entre dos a más personas. Es perdonar, amar, ser misericordiosa, buscar la paz y el acuerdo. La palabra de Dios dice en:
Salmos 34:14
Apártate del mal, y haz el bien; Busca la paz, y síguela.

El odio y la amargura dañan nuestras relaciones, nuestro corazón debe estar limpio y sano, para servir a nuestro Señor, la raíz de amargura produce en nosotras estancamiento espiritual, no nos deja avanzar en el carácter y estándar que debemos llegar como meta en nuestro cristianismo. Además de ello provoca heridas muchas veces irreparables.
Amadas a causa del orgullo que hay en nuestro corazón, no decidimos reconciliar nuestros corazones enemistados, la palabra de Dios nos dice que debemos cambiar, el odio por el amor.
Proverbios 10:12 dice:
El odio despierta rencillas; Pero el amor cubrirá todas las faltas.

Hermanas debemos hacer nuestra parte y colaborar para que el perdón gane, está es una gran oportunidad para practicar el amor, no debemos esperar que la otra parte venga a buscarnos para disculparse.
También debemos tener en cuenta que cuando alguien nos falla o nos ofende, tratar de cubrir su pecado y no señalarla ni juzgarla, recuerda que somos imperfectas en las manos del Perfecto y estamos en proceso. Ya hemos aprendido que aun las personas más consagradas pueden pecar y por ello ir en busca del perdón y ponernos en su lugar, nadie está exento de pecado y la palabra de Dios advierte::
1 Corintios 10:12 
Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga.

Cómo discípulas de Jesús debemos ir por la vida derramando perdón, pasar por alto la ofensa es una muestra de amor y por lo consiguiente es muestra de sabiduría.
Proverbios 19:11
La cordura del hombre detiene su furor, Y su honra es pasar por alto la ofensa.

Ahora bien, si en algún momento tenemos algún inconveniente con alguna hermana, un familiar o una amiga, debemos desear la reconciliación, ya que esto derriba la pared de separación, esto le agrada al Señor, no poner excusas para perdonar, debemos construir puentes más no paredes, así demostramos una vida llena del Espíritu Santo y crecimiento, dando frutos para el Señor.
La reconciliación es central en toda la enseñanza bíblica, porque la comunión con Dios es la esencia del propósito divino para el hombre basado en el perdón.
Debemos llegar a tal punto de amar a los que nos hacen daño, no permitir ni dar lugar a que el enemigo siembre discordia en nuestro corazón, Jesús nuestro Señor nos dejó dicho que aún más allá de todo, debemos amar a los que pensamos son nuestros enemigos o a los que nos persiguen o difaman.
Leamos Mateo 5:44 dice:
Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen.

Por otro lado, en otro evangelio, Lucas relata lo que Jesús habló en el sermón del monte sobre el amor a los enemigos, y dice que debemos bendecirlos, orar por ellos, darle vestido si no tienen, poner la otra mejilla cuando nos hieren, si nos pide algo debemos darle, buscando ser tratada como queremos que nos traten, a esto Jesús lo llamó la regla de oro.
Ahora leamos una reflexión del amor verdadero que Jesús deja a sus seguidores y que aplica a nosotras, busquemos en nuestras biblias:
Lucas 6:32-34 dice así:
Porque si amáis a los que os aman, ¿Qué mérito tenéis? Porque también los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿Qué mérito tenéis? Porque también los pecadores hacen lo mismo. Y si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿Qué mérito tenéis? Porque también los pecadores prestan a los pecadores, para recibir otro tanto.
Jesús nos dice aquí que no hay nada de extraordinario si solo amamos a la gente que nos ama, cualquiera lo puede hacer y no hay nada de valor en ello. Esto una exhortación a modelar una nueva manera de vivir caracterizada por el amor y la generosidad de nuestro Señor.
Mira como Pablo también nos deja un similar mensaje de Jesucristo y para ello menciona en su carta un proverbio:
Romanos 12:20 dice:
Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza. 

¿Estamos dispuestas a amar a los que no nos aman?

Continuando con el mensaje de Lucas 6, leamos las siguientes palabras de Jesucristo que lo recibimos como mandato:
Los versículos 35 y 36 dice:
Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo; porque él es benigno para con los ingratos y malos. Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso.
Con estas palabras Jesús nos quiere hacer entender el valor del verdadero perdón, como forma de amor y señala a quien lo tiene, como una persona diferente e indica que esa persona es un hijo que actúa como lo haría su Padre celestial.
Y además añade que si lo hacen, el Dios altísimo les dará un gran premio, y esto es que serán sus hijos para siempre. 
Como hijas del Altísimo, nuestra recompensa es grande, porque somos herederas del reino. Podemos vivir bajo el techo del rey y comer en su mesa. Podemos entrar en presencia del rey y disfrutar de su protección. 
Pero amadas sí tenemos en nuestro corazón algún tipo de enemistad o falta de reconciliación con algún ser amado, es el momento de ir a resolverlo, no esperar mucho tiempo, porque echará raíz.
Hermanas en el corazón que brota rencilla no obra la justicia de Dios. 
Santiago 1:20
Porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios.
Alguien dijo una vez:
"El qué es incapaz de perdonar es incapaz de amar"
Resolver todo tipo de enemistad es lo que nos manda el Señor y esforzarnos para soportar las ofensas, malos tratos en todas las relaciones.
Jesús nuestro Señor es además un buen ejemplo de reconciliación él, con su muerte en la cruz, pagó la deuda de nuestros pecados y nos reconcilió con el Padre cuando éramos sus enemigas.
Amadas, Jesús fue el intermediario para nuestra amistad con Dios e hizo realidad la paz entre nosotras y el Padre.
Colosenses 1:20
y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz.

El apóstol Pablo dice en su carta a los Corintios que mientras Jesús estaba reconciliando al mundo con el Padre, Él nos dejó un encargo: de seguir haciendo lo mismo.
2 corintios 5:19
Que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación.
Por medio de Su muerte expiatoria, Cristo nos reconcilió al restaurar nuestra comunión con Dios que antes estaba enemistada. 
En Cristo hemos sido reconciliadas con Dios Padre.
Amadas tenemos un ministerio: el de la reconciliación, entonces si tenemos este gran servicio debemos ponerlo en acción, tenemos al mayor ejemplo de reconciliación, nuestro Señor Jesús. no debemos anidar en nuestro corazón odio, no albergar ni abrigar en nosotras la enemistad, dispongámonos a perdonar como nos manda nuestro Señor en las escrituras.
Lucas 17:3-4
Mirad por vosotros mismos. Si tu hermano pecare contra ti, repréndele; y si se arrepintiere, perdónale. Y si siete veces al día pecare contra ti, y siete veces al día volviere a ti, diciendo: Me arrepiento; perdónale.
Jesús hizo una obra maravillosa en la cruz, con su muerte nos reconcilió con el Padre cuando éramos sus enemigas, nos salvó de la enemistad que nos separaba de Dios, abrió una entrada hacia Su presencia.
Seguir el ejemplo de amor de Jesús y mirarle a él, hará que podamos desatar perdón y este se convertirá en el antídoto para la reconciliación.
Colosenses 3:13
Soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.
Escuché decir que el perdón es como un pegamento que repara las relaciones rotas.

Amiga tu que tienes una relación rota espero que esté mensaje haya calado tu corazón y busques la amistad con Dios primeramente  y para ello tienes a Jesús como mediador.
La reconciliación con el Padre hará que puedas estar bien aún con tus enemigos, quizás no lo entiendas ahora pero a medida que vas a ir conociendo a Jesús y su amor por ti podrás dar a otros lo que recibas de Dios.

Amadas vayamos a los pies de nuestro Señor para limpiar nuestros corazones de alguna raíz de amargura que impida estar reconciliadas.
Oremos por los que no desean perdonar.
Que el poder de Su amor gobierne nuestro corazón para vivir en santidad, sin odios ni rencores, sea cuál sea la ofensa,
Dejemos todo a Sus pies, Él se encarga, pidámosle juntas que podamos tener la rapidez de perdonar y así vivir reconciliadas con todos y con este poder: reconciliar al mundo con Dios.

LA RECONCILIACIÓN Y EL PERDÓN VAN DE LA MANO, SON VIRTUDES QUE DEBEMOS PRACTICAR.

¡Dios con nosotras!


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