El descanso de sus amados
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El descanso de sus amados Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor alguno; porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos.
Que hermosa promesa para los que un día tendremos un descanso eternal junto a él, estaremos en casa junto a nuestro amado Señor.
Con el mensaje de hoy queremos animar a todo creyente, al que tiene a Jesús como su Señor y salvador, a perseverar con gozo el tiempo terrenal ya que la recompensa por la fe en él es el disfrute de su presencia.
Voy a invitar a mi hermana a compartir lo que Dios tiene para nosotras:
Bendiciones amadas, les mando un abrazo muy fraternal, busquemos juntas:
Salmos 116:15
Estimada es a los ojos de Jehová La muerte de sus santos.
¿Estimada? ¿porque?
Pues hay buenas razones,
Una de las más importantes es, que habrá perfecta comunión con nuestro Padre.
Allí el pecado no se interpondrá mas como una barrera de separación.
Ya no habrá más estorbo y además el alma será liberada de la maldad.
¿Acaso esto no es hermoso?
Leamos está promesa escrita por Pablo.
Romanos 6:7-8
Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado. Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él.
Ahora sí, la muerte de sus santos es estimada a los ojos del señor, también es estimada para los mismos santos, para nosotros, porque sabemos que la muerte será la entrada a la casa del señor, a la morada celestial para la eterna alabanza, gozo y paz.
Pablo lo declara en:
2 Corintios 5:1
Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos.
Amadas sepamos que Dios nunca está ausente cuando su santos están por partir, él prepara a sus ángeles para asistirlos y llevarlos a su morada eterna.
Los hijos de Core lo declaran en el:
Salmo 48:14
Porque este Dios es Dios nuestro eternamente y para siempre; Él nos guiará aun más allá de la muerte.
Sabemos también que Dios no se mueve por sentimientos, pero el día señalado para que uno de sus santos deje este lado del cielo, se entristece profundamente porque conoce la debilidad que tenemos nosotras, las que quedamos y sabe además que tenemos temor al sufrimiento, pero saben amadas, el señor nuestro Padre está en control de todo y tendrá un cuidado especial por sus hijos que sufren ante una perdida, y así como tiene control de la muerte de sus amados también de la vida de sus santos.
Pero tengo que decirlo hay una tristeza aún más profunda, es que no toda su creación estarán con él en su reino, por ello deja una invitación en Su palabra:
El de volverse a él y convertirse para poder vivir eternamente con él, porque mientras tengan vida tienen la oportunidad de hacerlo y así no tener miedo a la muerte.
Nuestro Señor desde tiempos antiguos ha dejado este anhelo:
Ezequiel 18:32
Porque no quiero la muerte del que muere, dice Jehová el Señor; convertíos, pues, y viviréis.
La muerte de sus santos es considerada de valor delante del señor.
La idea que parece ser, que la muerte de los santos en sí misma es de tanta importancia y esta conectada con la gloria de Dios y el cumplimiento de sus propósitos.
Está escrita en su santa palabra, leamos:
2 Timoteo 2:11
Palabra fiel es esta: Si somos muertos con él, también viviremos con él.
Aún así hay una verdad general implícita aquí, a saber que el acto de sacar a un santo del mundo es por así decirlo, es un acto de profunda liberación por parte de Dios, es un fin bueno y a veces grandioso porque quizás quiere librar del dolor físico humanamente hablando, pero hay razones más importantes:
Vemos el cumplimiento de Su palabra en la muerte de sus santos, con ella La redención del alma, resurrección del cuerpo, para ser glorificado, además hay un triunfo nuevo dónde se abren las puertas de los cielos para recibir al santo.
Está escena maravillosa nos recuerda su palabra cuando detalla a Jesús en su entrada triunfal al cielo, escrita en el Salmo 24:7
Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, Y alzaos vosotras, puertas eternas, Y entrará el Rey de gloria.
Amadas hermanas nos alienta saber que las Escrituras es una fuente de poder y de consuelo para los que en algún momento partiremos, nos da paz saber que Dios es fiel en el cumplimiento de Su palabra y no caer en el temor a la muerte porque la muerte para nosotros sus santos, sus amadas, ya no tiene dominio sobre nosotras.
Juan en su libro de
Apocalipsis 20:6 dice:
Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre estos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años.
Ahora cuando vivamos la experiencia dolorosa de la partida de un ser amado, Dios nos puede sostener en la prueba mas severa, ya sea de una enfermedad, cáncer, accidente etc.
El nos puede iluminar, fortalecer nuestro espíritu quebrantado, sentiremos su compañía tan latente en nosotras en todos los lugares más oscuros, tristes y repulsivos del valle de la sombra de muerte.
David nos anima en el
Salmo 23:4
Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.
Tengamos este pensamiento:
Aunque pase yo por grandes angustias, tú me darás vida; contra el furor de mis enemigos extenderás
la mano:
¡Tu mano derecha me pondrá a salvo!
Mis amadas hermanas la muerte no es el final ya que otra de las promesas más importantes en las sagradas escrituras es que habrá una resurrección de los santos, para recibir honores de Dios.
Si, tendremos honores, recompensas, coronas y sobre todo un nuevo cuerpo semejante al de Jesucristo resucitado.
Y lo más maravilloso que amaremos a Dios con todo el corazón, alma, mente y fuerza, no le provocaremos más tristeza por el pecado y estaremos para siempre con él.
Me maravillo más al saber todo lo que pasará después de mi muerte ¿y tú?
Amadas además, que ya no habrá pecado junto a él en la eternidad, tampoco habrá dolor, esta es nuestra esperanza por si estemos atravesando una enfermedad irreversible.
Leamos lo que nos dice Juan:
Apocalipsis 21:4
Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.
La carrera del creyente termina con la muerte, el premio por llegar a la meta será el de disfrutar la presencia de nuestro Señor, nuestro Dios Redentor y Salvador.
Entonces mis amadas podemos decir como el apóstol Pablo en su carta:
Filipenses 1:21
Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia.
Nuestro ganancia está asegurada y sellada, la cruz fue la pronunciación de victoria ante la muerte, él la venció, cuando dijo consumado es.
Jesús, en el Gólgota, allí en esa cruz confirmo que él, era el Señor de la vida y de la muerte.
Entonces tengamos paz y vivamos como nos dice Pablo en:
Romanos 14:8
Si vivimos, para el Señor vivimos y si morimos, para el Señor morimos. Así que vivos o muertos pertenecemos al Señor. Cristo murió y resucitó por esta razón: para ser Señor de vivos y muertos.
Amadas mientras suceda el día que debemos partir, enfoquémonos en el día a día, creciendo en la gracia, puesto los ojos en Jesús que es el autor y consumador de nuestra fe y él sabrá el momento oportuno y precioso para él, de llevarnos a su presencia, vivamos tranquilas, si somos sus hijas sabemos que nada nos podrá separar de él, estaremos cerca de Jesús viviremos con él, esta es nuestra seguridad:
Leamos:
Romanos 8:38
Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
¡Amén, glorioso Señor!
POR SU GRAN AMOR Y SU BONDAD, EN LA VIDA Y EN LA MUERTE, SUS AMADAS, SUS SANTOS, SOMOS DE ÉL.
¡Dios con nosotras!
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