ASOMBRADA POR DIOS


1 Pedro 1:18
sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación.

Esta es una verdad en las escrituras que me trae asombro, siempre me pregunté;
¿Por qué fui yo a quién él salvo?
¿Qué vio Dios en mi?
¿Merecía esa salvación?
Luego me respondo:
Me salvó porque así él lo quiso, no hay nada bueno en mi y tampoco merezco nada, sólo fue por gracia y por sus méritos.
¿Acaso no es esto maravilloso?

Nuestro rescate no tiene valor terrenal, no hubo un precio que pudo saldar nuestra redención, la sangre de Jesús fue lo más valioso para lograr nuestra salvación y la reconciliación con el Padre, la sangre de Jesús es un valor que no tiene comparación con alguna cosa material corrompida; la sangre de Jesús tiene poder para perdón, restauración y santificación.
Es así amadas, ahora puedo ver la asombrosa obra de Redención en mi vida, Dios fue fiel, lo sigue siendo y nunca quiero dejar de tener ese asombro por haberme rescatado.
¿Te unirías conmigo a estar juntas maravilladas de él y su obra Redentora en nosotras?

Al mira atrás podemos ver que fuimos rescatadas de nuestras tinieblas y es una verdad que atesoramos.
El lugar donde estábamos, era de muerte con una vida mediocre, sin sentido, de manera que ahora nuestra identidad ya no reposa en nuestros pecados pasados, sino en esa cruz que lavó nuestra maldad, pasamos a ser sus hijas y por lo tanto nos ha hecho una nueva criatura.
2 Corintios 5:17
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.

Amadas pero también hay una realidad, al pasar el tiempo descuidamos ese asombro, el pecado que aún mora en nosotras hace su trabajo y perdemos esa capacidad de maravillarnos.
Necesitamos recordarnos el Evangelio cada vez que pecamos o fallamos.
No olvidemos que Cristo perdonó nuestros pecados pasados, presentes y futuros, en Él somos eternamente aceptadas. 
El Evangelio de Jesús nos indica ir al arrepentimiento cuando le ofendemos con nuestra maldad.
¡No nos escondamos!
Hay un proverbio que nos da la pauta para ello:
Proverbios 28:13
El que encubre sus pecados no prosperará, 
mas el que los confiesa y abandona hallará misericordia.

En las escrituras hay un hombre que supo del verdadero asombro por el perdón, el fue David.
Dios le perdono sus pecados al ir a él con un espíritu contrito y humillado y súplica:
Salmos 51:9
Esconde tu rostro de mis pecados, Y borra todas mis maldades.

Miremos acá, nuestra vida de muerte pasó a una vida eterna, ¡Que glorioso!
Pero también lo olvidamos, nos pasa continuamente y vamos por la vida pensando que nada tiene sentido, no encontramos totalidad en Él, vivimos sin plenitud y así poco a poco vamos perdiendo el asombro del valor que tuvo el pago por nuestra vida eterna.
El pecado no confesado nos lleva a tener esa actitud, David lo sabía:
Salmos 32:3-4
Mientras callé, se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día. Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano; Se volvió mi verdor en sequedades de verano. 

Amadas cuando estamos viviendo el proceso de asombro, la espera es crucial, porque esperar en el Señor significa hacer una pausa para recibir instrucciones y obedecerlas, esto aviva nuestro corazón. Es además enfocarnos intencionalmente en Dios.
Esperar en Dios es decidir tener un corazón tranquilo que desea escuchar su voz y ver su intervención. 
La espera no es para que los hechos se produzcan como queremos, sino que se haga la voluntad de Dios. 
El salmista lo tenía en claro:
Salmos 130:5
Esperé yo a Jehová, esperó mi alma; En su palabra he esperado.

Ahora cuando vienen días que somos sorprendidas por eventos dolorosos, o por consecuencias de nuestra maldad, pasamos por tiempos que no podemos explicar, buscamos consejo en otras hermanas piadosas y no pasa nada, no podemos encontrar esperanza o sabiduría.
Es como un estancamiento espiritual, entonces solemos olvidar la maravillosa gracia y vivimos sin expectativas.
Nuestro amor se enfría y el temor nos asalta.
¡Cuidado!
Amadas cuando estemos en esta situación recordemos que tenemos un Salvador que está con nosotras, y que bajo su protección estamos seguras.
Isaías 12:2
Confiamos en ti, Dios nuestro, y no tenemos miedo, porque tú eres nuestro salvador, nuestro refugio y nuestra fuerza.

Entonces cuando vemos que hemos perdido la capacidad de asombro por la obra maravillosa de Jesús en nosotras y que ya no tenemos gozo por haber sido rescatadas de las tinieblas pidamos al Señor cómo lo hizo David:
Salmos 51:12
Vuélveme el gozo de tu salvación, Y espíritu noble me sustente.

Al perder de vista a Jesús y Su palabra, también será otra manera de perder el asombro de Su salvación y el poder que tiene Él para socorrernos, para salvarnos aún para levantarnos cuando ya no le estemos mirando.
Tener en nuestra mente y corazón su bendita palabra es importante ya que ella nos hará  cobrar ánimo, porque tiene poder para hacerlo:
Salmos 145:14
Sostiene Jehová a todos los que caen, Y levanta a todos los oprimidos.
Creamos en cada promesa y así con esa confianza podemos voltear hacia arriba, mirar a Cristo esperando con fe y junto a la gracia vendrá la paz. ¿Porque? Porque nadie puede darlo o prestarla: 
"La gracia y la paz proviene sólo de Dios"
Filipenses 4:7
Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.

Hermanas no dejemos de ver al Señor, hemos sido rescatadas para vivir una vida plena, con libertad en Él, sin temor.
Mis amadas volvamos al Señor si  hemos perdido la capacidad de asombro por lo que Él hizo por nosotras, volvamos al Señor; volvamos al primer amor, volvamos a vivir apasionadas para Él; porque cuando algo te asombra no lo olvidas, ¡te transforma! regocijémonos por las bondades y maravillas que hace por nosotras.
Aprendamos de los que vieron de cerca al Señor, de sus seguidores, que con asombro vieron las maravillosas obras de Jesús y sanidades:
Lucas 5:26
Y todos, sobrecogidos de asombro, glorificaban a Dios; y llenos de temor, decían: Hoy hemos visto maravillas.
Amadas que el temor que viene a nuestro corazón sea de reverencia para no perder el asombro por su majestad y su Redención en nosotras, vivamos con expectativas de lo que hará el Señor en nuestras vidas y que Su palabra sea quién nos guíe a mantener nuestro corazón apasionado por él.

EL ASOMBRO POR DIOS, ES LO QUE NOS INSPIRA A VIVIR PARA ÉL, SEVIRLE A ÉL POR TODO LO QUE HECHO EN NOSOTRAS.
¡ESTAMOS FELICES!

¡Dios con nosotras!
 

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