HÁGASE TU VOLUNTAD

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HÁGASE TU VOLUNTAD
Salmos 40:8
El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, Y tu ley está en medio de mi corazón.

Que desafío es cada día para nosotras que andamos en los caminos de Dios: "hacer Su voluntad en todo"
Dios conoce que nuestro corazón es relativamente mentiroso y nos lleva, muchas veces a no cumplir este llamado.
Las Escrituras en
Jeremías 17:9 confirma al respecto, la palabra de Dios dice:
Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿Quién lo conocerá?

Tengamos cuidado de hacer nuestra propia voluntad, todo lo que es malo está ligado a nuestra propia voluntad, y porque en nuestro corazón hay deseos malvados e impuros, hay terquedad, transgresión, dureza, vanidad, grandeza, avaricia y más. 
Pero cuando dejamos que la palabra de Dios transforme nuestra mente, vienen las cosas buenas que estas, si están unidas a la voluntad de Dios, y son agradables.
Pablo el apóstol nos exhorta:
Romanos 12:2
No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.

Hoy veremos momentos más maravillosos de nuestro Señor Jesús, que con su vida, respaldó lo que enseñaba y lo que mandaba hacer.
Su ministerio público marcó la diferencia en todas las vidas por su humildad y obediencia.

En una ocasión cuando Jesús estaba dando un sermón en un Monte, enseño a sus discípulos una oración, permitiéndole a Dios que haga Su voluntad y creyendo en su Soberanía ya que él actúa sus planes en todo lo creado.
Veamos una parte de esta oración:
Mateo 6:10
Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.

Todas, las que pertenecemos a Su reino debemos aceptar y someternos en todo, a demás desear que se haga Su voluntad cada día como Jesús enseña.

Si amamos esta voluntad, también seremos llenas de su conocimiento.
Si nos aferramos a Su voluntad, también nos aferramos a todas las promesas de las Escrituras.

Todo lo que Jesús decía o hacia eran actos que indicaban que siempre estaba haciendo la voluntad de el Padre, siempre obedecía y le agradaba en todo, estaban unidos.
Juan 6:38
Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad de el que me envió.

Jesús desea que cuando vayamos a él seamos obedientes y le escuchemos lo que nos habla reconociendo verdaderamente su señorío.
No esperemos que nos recuerde cuando no somos obedientes, lo mismo que les dijo a sus discípulos en el Monte dónde el estaba enseñando:
Lucas 6:46
¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?

Ahora, hay un llamado: 
Hacer Su voluntad en todo momento, aunque no entendamos Su plan, la obediencia a este llamado nos hace sus hijas, y le podemos llamar: ¡Señor!
Obedezcamos pues y nuestro buen Jesús nos reconocerá como buenas siervas fieles y seremos parte de Su reino.

Para Jesús hacer la voluntad de el Padre era muy importante, muy esencial, era lo que más anhelaba, sabía que era necesario hacer lo que Su Padre le pedía, al punto de decir que era su comida.
Sabemos que la comida es el alimento para sobrevivir, para dar vida al cuerpo, entonces era de suma importancia hacer la voluntad de Su Padre, leamos lo que dijo Jesús a sus discípulos estando en Samaria:
Juan 4:34
Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra.

Jesús tenía por delante un desafío, un plan de Redención, Su voluntad, Su obra que Dios le mandó hacer:
La de reconciliar a los hombres con Él Padre, restaurar lo dañado, rescatar al perdido, y regalar salvación a través de su muerte. 

Ahora nos adentramos en el momento más crucial de Su vida, en Getsemaní, en una de sus últimas agonías, demostrando realmente su obediencia a Su Padre en todo. 
Vemos entonces a Jesús yendo a el huerto de los Olivos una vez más a orar, está vez lo hizo antes de entregar su vida, fue en busca de fortaleza de parte de Su Padre, que como hombre, era lo necesitaba, a sus discípulos que hivan con él, les pidió que oren para que no caigan en tentación y él se apartó.
Estando a solas con su Padre se puso de rodillas y exclamo:
Lucas 22:42-43
Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.
Y se le apareció un ángel del cielo para fortalecerle.

Entonces ahora, entendemos la importancia, la magnitud de amor que sentía Jesús por la humanidad que era de más satisfacción que la comida misma, el gozo que él tenía era mayor que el dolor.
Él, por el gozo que le esperaba, soportó la cruz y no le dio importancia a la vergüenza que eso significaba.

A veces hacer la voluntad de Dios causará dolor, pero pensemos en el resultado: que será gozo y alegría.

Mis amadas al transitar la vida con Jesús:
¿Alguna vez estuviste en tremenda agonía así como nuestro Señor?
¿Cómo reaccionaste? ¿Cómo él?

Hermanas aún no entendiendo Su voluntad para nosotras.
Nuestra responsabilidad no es entender totalmente sino el obedecer rápidamente sus demandas aunque parezcan muy desafiantes.
Cuando le mostramos a Dios nuestra debilidad y a menudo desconcierto, él nos ayuda, aún sabiendo que nos cuesta hacer Su voluntad.
Él escucha nuestro clamor, y Su gracia viene a nosotras para darnos valor y fortaleza, así como Jesús en el huerto.
En las Escrituras vemos a nuestro Señor claramente bajo la autoridad de su Padre, las palabras de Jesús, tanto cuando vino al mundo como cuando lo dejó, fueron: 
“¡No se haga mi voluntad, sino la tuya!” 

Amadas la clave para la unidad con Dios y nosotras es obedecer y hacer Su voluntad.

Por otro lado Dios obra Su voluntad a pesar de nosotras, sus planes tienen que continuar según sus propósitos y cuando lo permitimos debemos prepararnos para que las cosas no salgan a nuestra manera, pero estemos tranquilas porque Sus planes son mejores que los nuestros.
Cuando dejamos todo en sus manos, él lo toma en cuenta y le agrada, nos declara que somos parte de su familia y estamos en unidad con él.
Miremos lo que Jesús les dijo a sus discípulos cuando le avisaron que su familia, estaban buscándolo:
Mateo 12:50
Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ese es mi hermano, y hermana, y madre.
Que maravilloso saber que Jesús nos identifique como su familia.

Debemos determinarnos hacer Su voluntad, porque al hacerlo nos irá bien, estaremos seguras por qué Su palabra es verdad y Su voluntad es perfecta, no caeremos sino que caminaremos confiadas y entonces podremos decirle con toda seguridad y reverencia que es nuestro Señor.
Y en momentos de oración pidámosle con fe a nuestro Señor, que nos ayude poder hacer Su voluntad, dejando lo que dicta el corazón, la incertidumbre, el temor a un lado y él nos fortalecerá.

Amadas es verdad que muchas veces no sabemos que hacer en este camino hacia la eternidad aunque es deleitoso, pero tenemos las escrituras que es fuente segura donde encontraremos la perfecta voluntad de Dios.

Las Escrituras dicen que pedimos mal, pero tenemos a El Espíritu Santo que nos ayuda ya que el conoce la voluntad de el Señor:
Romanos 8:26-27
Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos.
Temamos pues y el Señor oirá nuestras oraciones si hacemos Su voluntad:
Juan 9:31
Y sabemos que Dios no oye a los pecadores; pero si alguno es temeroso de Dios, y hace su voluntad, a ese oye.

Entonces mis amadas hermanas tenemos a el Ayudador, en oración busquemos siempre Su voluntad porque si lo que pedimos está acordé a Sus planes, él nos dará las pautas y nos guiará por qué nos atiende.
Él nos promete en,
1 Juan 5:14 lo siguiente:
Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye.
¡Amén, bendito Señor, hágase Tu voluntad siempre!

HACER SU VOLUNTAD, NOS UNE EN UNA MISMA MENTE Y UN MISMO ESPÍRITU CON NUESTRO SALVADOR.

¡Dios con nosotras!

Comentarios

  1. Como dice una canción, tu voluntad es mi placer, tu voluntad es mi placer, aunque al presente me cause dolor, tu voluntad es mi placer, Señor.
    No es fácil hacerla pero él nos ayuda a llevarla a cabo en esta tierra.

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