Invitación a una cena

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Invitación a una cena

Apocalipsis 3:20

He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.

Amadas, este es un hermoso cuadro de nuestro Señor Jesucristo, esperando, golpeando suavemente la puerta del corazón del pecador. Es una ilustración preciosa de la amorosa y tierna paciencia del Señor Jesucristo con su creación.

Amadas gracia y paz, las saludo deseando que puedan ser bendecidas con Su palabra,.

Hoy veremos cómo Jesús nos llama a unirnos con él a una comunión diaria a través del Espíritu Santo, él ahora está en casa preparando un banquete para ir a estar con él y alabarle por siempre.

En una oportunidad se le pidió al artista Ingles Holman Hunt, ilustrar un cuadro de Cristo frente a una puerta. 

Cuando finalizó su obra, la expuso e invitó a sus amigos artistas a que lo vieran, y expresaran su opinión al respecto. 

Uno de ellos le dijo: "Holman, no incluiste una parte muy importante de la puerta. Te has olvidado de pintar un picaporte, en ella". Y Holman contestó: "Bueno, es que esa puerta es un cuadro del corazón humano, y el picaporte, se encuentra por el lado de adentro de la puerta". 

Que grandiosa ilustración y es así mi amada hermana, es eso es exactamente lo que quiere indicarnos el versículo que acabamos de leer. 

Jesús está a la puerta y llama. Él no derriba ninguna puerta. Él no impone Su presencia, ni obliga a nadie "alojarlo" en su vida íntima y en su corazón.

Este versículo nos enseña además  la misericordia y la paciencia que tiene él por el hombre.

Pero hay una verdad, el Señor Jesucristo moverá el cielo y la tierra para llegar a la puerta de nuestro corazón, él nos busca y cuando está cerca de nosotras, Él se detiene y llama suavemente. 

Somos nosotras las que tenemos que decidir abrir el corazón, por el contrario, nos negamos a escuchar esa llamado, y le gritamos para que Él se marche, y le decimos que nos deje en paz, que no le necesitamos, que se encontramos bien, y que no tenemos ninguna necesidad de Su compañía. 

Pero, sabes amada aunque le hayamos rechazado una y otra vez, Jesucristo siempre continuará esperando. Su más ferviente deseo es transformarnos en verdaderas hijas de Dios, perdonándonos, y amándonos.

Ahora déjame decirte que aunque este versículo se usa a menudo como una invitación a un incrédulo a recibir a Jesús como Salvador, se aplica directamente a cualquier iglesia que este apática como la iglesia de Laodicea.

(A quien se le escribió está invitación)

Esto trae a mi mente el libro de los Cantares , cuando en una oportunidad la novia es indiferente al llamado de su amado, ella rehusó oírle y cuando decidió abrirle ocurrió algo muy penoso, vayamos a leer: 

Cantares 5:6 

Abrí yo a mi amado; Pero mi amado se había ido, había ya pasado; Y tras su hablar salió mi alma. Lo busqué, y no lo hallé; Lo llamé, y no me respondió.

Oh amadas, suena duro decirlo pero un día la invitación y su paciencia se terminará y ya no lo encontraremos, por ello es urgente hoy atender el golpe amoroso que él hace a tu corazón para abrirle y entre y cenes con él para interactuar con él Ser Supremos de todo el Universo.

El "cenar", indica el alimentarse de la Palabra de Dios. Indica llegar a conocer a Jesús más íntimamente, personalmente.

Ahora volviendo a Apocalipsis 3:20, vemos que Jesús no le está rogando a una persona para que sea salva; ¡Él está buscando la entrada a su iglesia! 

Nos asombra y a la vez nos entristece pensar que Jesús está parado en la puerta de la iglesia y golpeando, sin embargo, esa es la posición en la que estaba la odisea y probablemente algunas en nuestro tiempo.

La iglesia de Laodicea había cerrado la puerta a la Cabeza de la iglesia; estaban presumiendo de su prosperidad, y Jesús se quedó afuera. 

Era un extraño para los corazones de toda la congregación, ellos estaban viviendo una tibieza espiritual por eso Jesús dijo: "Estoy a la puerta y llamo", estaba invitando a los miembros de la iglesia de Laodicea a reconocer su miserable condición espiritual y  recibir Su verdadero regalo de salvación. 

Hoy Jesús continúa diciendo, "¡Estoy a la puerta y llamo!" A las iglesias que están llenas de cristianos comunes, Él les envía una sincera invitación para tener una total comunión. 

Y a los que abrieran la puerta, Jesús les prometió una comunión íntima, representándola como si estuvieran disfrutando juntos de una cena. Y ofreció esta gran recompensa: 

Apocalipsis 3:21

Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.

Amadas después de esta breve explicación te pregunto:

¿Cómo te sentirías si te anuncian que alguien sumamente importante está tocando a tu puerta porque quiere visitarte? 

¿Recuerdan a Zaqueo?

El se sintió privilegiado, y preparó todo para recibir la visita de Jesús, aun cuando él no se consideraba digno de ella. 

Zaqueo, reconoció sus pecados, decidió cambiar de vida, y se disculpó con las personas a las que había defraudado. 

Al Igual que el a veces pensamos que no somos lo suficientemente dignas para recibir la visita de Jesús. 

Piensa en esto, Jesús dejó Su lugar de Gloria junto al Padre Celestial, para venir a visitarnos, realizar un sacrificio santo para darnos salvación, vida eterna y luego participar del gran banquete que nos está preparando.

Jesús ya, ha hecho la invitación para disfrutar de su compañía, para alimentarnos hasta saciarnos con Su palabra, su amor, Su paz y pasar un tiempo con Él. También espera que nosotras obedezcamos al llamado, tal como estamos y como somos y no hacer caso a otras voces. 

David escribió un Salmo donde nos muestra otra cena, un banquete, leamos:

En el Salmo 23:5 dice:

Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.

Aquí me dice que él prepara una mesa, un lugar para ir a él, en esta cita lo vemos a  Jesús nuestro Amado Señor, como un anfitrión.

¿Te imaginas esa escena con nuestro Amado? 

Algo que se asimila con esta imagen es de la última cena del Señor con sus discípulos.

¡Que maravilloso!

Amadas me temo que muchas veces siendo ya creyentes, estamos en la cena como dice el Salmo, con nuestros enemigos y están alrededor de nosotras; estos pueden ser: el mundo y sus malos deseos, la carne gobernada por las emociones, las mentiras de satanás, nuestro pasado, personas, temores y más, también conocido como nuestros angustiadores.

Pero no nos enfoquemos en los enemigos que están a nuestro alrededor; Jesús está con nosotras en el banquete y estamos a salvó. 

Jesús quiere que lo miremos a Él, que si estamos con Él todo está bajo su control. 

Jesús quiere que aprendamos a convivir con nuestros enemigos por qué estos siempre estarán cerca, pero no debemos dejarnos vencer por ellos ya que Él nos da provisión para eso y después cantar de gozo como el rey David por la victoria.

Salmos 27:6

Luego levantará mi cabeza sobre mis enemigos que me rodean, Y yo sacrificaré en su tabernáculo sacrificios de júbilo; Cantaré y entonaré alabanzas a Jehová.

Sepamos esto, el enemigo muchas veces quiere arruinar la cena, no quiere que asistamos a ella, por eso es importante estar enfocadas en su voz, Su guía y Su llamado.

Dia a día Jesús prepara para nosotras, este banquete, día a día hay provisión, no nos preocupémonos por el enemigo que quiere estorbar la asistencia a la cena.

Pero Jesús entrará en acción para evitarlo sí nosotras deseamos ir al banquete para tener gozo y paz.

Estos enemigos ven lo que Jesús hace por nosotras, ven Su provisión, Su amor, están al asecho para desanimarnos, para sentirnos  indignas de asistir, hasta hacernos caer en la tentación, 

pero sabes: ¡tendremos la salida! Jesús, nos la hará saber, y así salir victoriosas ante tal oposición y tendremos bendición aún en presencia de nuestros enemigos.

1 Corintios 10:13

No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.

Amadas, sí hay enemigos que querrán detenernos, pero tenemos a Jesús como anfitrión del banquete, Jesús nos dará la salida a toda oposición y derribará a nuestro enemigo. 

Quizás pasemos por valles de sombra y muerte, pero Él camina con nosotras y nos unge con su aceite.

A veces queremos escapar de nuestros enemigos y olvidamos que nuestro bondadoso Pastor, quiere darnos la victoria y hacernos más fuertes en Él a través de nuestros enemigos.

Recurrentemente la voluntad de Dios es preparar un banquete en presencia de nuestros enemigos para que el mismo nos pueda  asistir y ungir nuestras cabezas con su aceite fresco.

Salmos 92 10-11

Pero tú aumentarás mis fuerzas como las del búfalo; Seré ungido con aceite fresco. Y mirarán mis ojos sobre mis enemigos; Oirán mis oídos de los que se levantaron contra mí, de los malignos. 

Amadas al ser ungidas por Jesús, Él nos llena de sus beneficios y abundante gracia, tanto que nuestra copa rebosa.

Entonces no hay lugar para la quejas ni murmuraciones e ir apresuradas al gran banquete y sentarnos con nuestro amado Jesús, quién nos unge consagrándonos para servirle.

Además nos fortalece en presencia de nuestros enemigos, nuestra copa esta rebosante cada día.

Entonces practiquemos y disfrutemos de la presencia de Dios a través del Espíritu Santo en la cena, el banquete que nos prepara cada día, un día no muy lejano se hará realidad, estaremos con él en la gran cena, tengamos fe, Jesús volverá y nos llevara a casa a su lado, él está preparando la cena como un gran anfitrión, él lo dijo en:

Juan 14:3 

Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.

¡Gloria a Dios! 

Esperamos su regreso, mientras el vuelve estaremos con nuestra copa rebosante.

El que tiene las llaves del reino de los cielos, nos llama a todas a escuchar Su voz y a abrir la puerta para que pueda entrar y compartir una unión íntima con nosotras. A las que respondamos, él nos garantiza la puerta abierta de la vida eterna y la recompensa de gobernar con Él en el cielo.

¡Amén!

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¡Dios con nosotras!