MIRARLE A ÉL

MIRARLE A ÉL

Hebreos 12:2

puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.

Hoy, veremos la importancia de mirar a Jesús en todo, esta debe ser una necesidad diaria, puesto que es un llamado como creyentes.

Empecemos viendo sobre unos principios dónde Él estaba.

Hay tres principios que se nos relata en las escrituras:
_EL primero está en:

Génesis 1:1

En el principio creó Dios los cielos y la tierra.

Este es un principio que no tiene fecha, no sabemos con certeza cuando Dios creó los cielos y la tierra y tampoco de su existencia.
_El segundo principio está en:

Juan 1:1

En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.

Este es un principio que no tuvo principio, porque no hubo principio, lo entendemos cuando llegamos a leer:

Juan 1:14

Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.

_El tercer principio está en:
1 Juan 1: 1

Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida.

Este principio se refiere al tiempo en que Cristo vino a este mundo, cuando nació en Belén.

A este principio debemos apuntar ya que Dios en la persona de Jesús estaba presente, pudo ser visto literalmente por la gente.
Juan y los demás discípulos lo vieron, lo oyeron, lo contemplaron, lo palparon, ellos testificaron de la encarnación de Jesús.
Ellos no estaban expresando opiniones o especulaciones de Jesús, sus seguidores testificaban la verdad por qué Jesús es la verdad.

Estos principios nos ayudan a entender la eternidad y existencia de Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, los tres en una sola persona, un solo Dios.

Ahora, veamos la figura de mirar algo, cómo la de en un teatro cuando fijamos nuestros ojos por dos horas o más para contemplar la obra.

Así debe ser nuestra mirada hacia él, sin distracciones, expectantes y concentrándonos solamente en Él.

Los discípulos estuvieron  tres años viviendo con Jesús, 

¿no es acaso maravilloso eso?
Amadas, ¿a quien estamos mirando, oyendo o contemplando hoy nosotras?

Cómo lo dije antes hay un llamado de parte de Dios y es está:
Isaías 45:22
Mirad a mi, Y seréis salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más.

Tenemos que mirarle a Él con fe para recibir la salvación y luego contemplarle para ser santificadas, necesitamos hacer mucho más que simplemente mirarle, necesitamos más tiempo contemplándole atentamente con los ojos de la fe.

Los discípulos también lo miraron, lo tocaron, lo abrazaron, Juan se reclinó en su pecho en el aposento alto, Tomás tocó sus manos.

1Juan 1:2

(porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó).

La vida de Jesús fue manifestada, expuesta abiertamente al público para que las personas pudieran verlo, pero Jesús fue rechazado por muchos de ellos, no valoraron Su presencia, le dieron la espalda cumpliéndose así una profecía escrita en:
Isaías 53:3
Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondemos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos.

En nuestro tiempo no podemos contemplarlo con nuestros propios ojos en forma literal, pero si con los ojos de la fe.
1 Pedro 1:8
A quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso.

No perdamos de vista a nuestro Salvador fijemos siempre nuestra mirada en Él contemplando la hermosura de Su santidad, no lo podemos tocar pero si sentir, lo podemos hacer cuando estamos en comunión hablando con Él, no nos habla audiblemente pero si por medio de Su palabra, meditándola en la congregación o en nuestras casas, el salmista David nos alienta a estar siempre con esta actitud:

Salmos 27:4

Una cosa he demandado a Jehová, esta buscaré; Que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, Para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo.

Valoremos Su presencia por medio de Su espíritu Santo que mora en nuestros corazones, contemplemos Su grandeza, Su fidelidad y creamos en Sus promesas, llenas de gozo que no podemos explicar con palabras; tan sólo con mirarle a Él.

DIOS HABITÓ  ENTRE LOS SUYOS, ELLOS LO MIRARON Y FUERON SALVOS.

¡Dios con nosotras!